Hilo virtual tendido por el esposo, viudo, hacia su querida esposa habitante de una celestial estrella. Cada nuevo título, es revivir un recuerdo matrimonial, mitigante del dolor y soledad.
Muchos famosos, si les valiese, si pudiesen, elegirían el lugar donde decir Adiós a este mundo y a ser posible, formando parte, siendo un número más, de ese unido grupo formado por la afición de su predilección. El piloto de Formula 1, elegiría a los mandos de su Ferrari; el jinete, sobre la silla de su preferida montura; el legionario, a quien la suerte hirió con zarpa de fiera, defendiendo su Bandera. A mí, me hubiese gustado morir viendo el rostro de mi divina Mujer, privilegio que se me ha negado. Mi consuegro, el buen Arsenio, murió donde él deseaba, en las gradas de un Club para él querido y entre amigos. Esa negra noche, llame por teléfono a mi nieto, quien con lágrimas en los ojos me dijo -Yayo, el abuelo Arsenio ya está, esta noche, en la estrella. Asómate para verle, yo ya he visto su estrella. Cuando murió mi Esposa, con los ojos humedecidos, le dijimos a mi nieto que la Yaya, vivía ya en esa estrella, Venus brillante, que destacaba en el firmamento de la noche abulense. Querido Arsenio, nunca hubiese sospechado la originalidad de tu principal despedida. Sentarte, tranquilo, sonriente, sereno en esa grada que tu elegías para compartir amigos, para animar a tu jugadores, para prevenir al guardameta de la escapada del contrario hacia tus palos. Tu ánimo tranquilo, pese al golpeteo de tu corazón contra tu generoso pecho, ese día tu órgano cordial golpeaba mas de lo acostumbrado. Quienes te siguen queriendo, te lo avisaron. -Descansa un poco, no acudas al estadio, conviene que ese malestar amaine en la tranquilidad de tu cama. El situarte en la grada de Lanzahita, podía más que los consejos filiales. Esos descompasados latidos, parecían empujarte a subirte al automóvil y amparado en la compañía de tu amigo, disfrutar una vez más de ese deporte, el fútbol, que tanto gozabas, Tanto en el Bernabéu como en Lanzahita "El Corazón del Tiétar". Amigo de tus amigos, entrañable como siempre entre ellos. Sonriente por fuera, en tu interior se disputaba con ruda dureza. una importante Final. Tu organismo inició una dura lucha, un encuentro entre la fogosidad del ataque y la defensa sostenida de tu fuerte personalidad. Corta, muy corta, fue la pelea, para ti había sonado el pitido final. Te desplomaste, toda tu valiente y audaz pelea había terminado. El Sumo Hacedor se te había llevado. Querido Arsenio, lograste tu ideal, no ser derrotado entre blancas sábanas, batas de doctores y enfermeras, y sí, rodeado de amigos descansando junto a ellos, para siempre, en la dureza de tu grada futbolera. Todos hemos sentido, primero tu dura lucha contra la enfermedad, después, tu original momento final en un Campo de Fútbol, entre amigos, rodeado de quienes tantas veces te han acompañado, alentando a los tuyos y chillando la mala entrada del contrario. Compartimos el dolor que embarga a tus seres queridos, vemos fluir las lágrimas de tus nietos con sentimiento; lágrimas que enjugarán cuando calcen las botas hacia ese gol, que te dedicarán con todo afecto por las virtudes que tú con el Deporte les bautizaste. Tus nietos, son del níveo Madrid, tú les vestiste de blanco para siempre y cuando la noche oscurezca el uniforme, mirarán al Cielo y con cariño, contemplaran esa estrella en la que, para ellos, estas tu.
Pedí cita para una extracción de sangre, tuve suerte, me dieron el número 28 y de hora aproximada las 8,32. Me agradó el número y la hora, pues según mis cálculos, me ubicaba hacia la mitad de los pendientes de extracción. No madrugaba mucho y terminaba pronto. Llegó el día del pinchazo, subí a la primera planta del Ambulatorio Estación, esperaba encontrarme totalmente ocupados los asientos de las tres filas de espera. -Cosa rara, me dije, la sala estaba casi vacía y eran las 8,28. O los ausentes, tenía una salud de hierro y eran cuarenta, ya que sólo diez pacientes, penábamos por algún mal y a la espera de entrar en la sala, con la manga de la camisa recogida sobre el bíceps braquial. Miento, de los diez presentes, unos ocho ya habían sufrido la extracción de sangre, pues se afanaban en apretar la gasa sobre la piel de su brazo, para contener la leve hemorragia del pinchazo. Tres recién llegados me preguntaron si el orden de espera era por número o por llamada. Iba a sacarles de dudas, cuando una enfermera -amable ella, me mandó pasar. La entregué mi recipiente conteniendo parte de mi micción mañanera y pegó sobre él la etiqueta con el código identificativo. Frente a mi ,una fila de blancas mesas, ocupadas por una cinco enfermeras, esperaban el inicio de la extracción. Deben sentarse por orden de autoridad, ya que la primera de ellas -debió de verme con cara de inocente cordero - elevó su brazo y me indicó con suficiencia ocupase la mesa situada al final de la fila. Ocupé mi silla, deposité mi chaquetón sobre mis rodillas, apoye mi brazo sobre la mesa, apreté el puño para facilitar la extracción y...¡horror!, un flebotomista, con cara de incipiente juventud, ornada de lentes y aire de novato empollón en estas lides, me lio la goma haciendo torniquete sobre mi antebrazo. Con razón, expuse antes, que la colocación de las enfermeras en la sala de extracciones me parecía por orden de autoridad o experiencia. Claro, muy claro, el recién titulado, arropado en una bata impecable, el novato flebotomista me lo habían maliciosamente otorgado para que practicase. Doble gasa humedecida en alcohol, frotamiento del ara objeto del pinchazo. -Sentirá un pinchazo. Me dijo el debutante. Yo no sentí nada y eso que la punzante aguja tomaba rumbo norte, tampoco sentí nada cuando la aguja tomaba rumbo noroeste...y la sangre sin enrojecer el tubo. La aguja suavemente buscó rumbo noreste....nada y yo sin sentir el pinchazo, es como si el inocente aguijón nadase bajo mi piel plácidamente, sin molestarme y si lograr penetrar la dura pared de una vena. Desde crio he tenido enorme afición por el Ángel de la Guarda. Hasta le veo sin querer. Esta vez apareció con una bata blanca tras de mi, con cara de angelical enfermera, tomó el acero al joven debutante, pinchó...y bendito sea Dios por fin sentí el pinchazo contra la pared de mi venilla. El rojo fluido, lleno los vasos de muestra, apreté la doble gasa sobre un rojo puntito y salí a sentarme fuera de la sala, tras dar las gracias a la enfermera y desear prácticas de tiro y afinar la puntería al novato. En medio de mis deseos de sentir el pinchazo me he alegrado de haber actuado de conejillo de Indias a beneficio de los siguientes pacientes a quienes deriven hacia la última mesa. Dolor?...ninguno, Nervios...tampoco, tras mi largo historial de Donante de Sangre, lo expuesto es una nimiedad. Sólo siento que las medicinas de mi tratamiento me impidan donar sangre A sub 1 negativo a quien la necesite, máxime tras haber contemplado las numerosas bolsas de sangre, que intentaron salvar a mi Esposa antes de fallecer. Deseo una feliz profesión a mi flebotomista del día 14/11/2017. Si el del número 28 a las 8,32 horas. BUENAS NOCHES, MAMÁ. https://www.youtube.com/watch?v=7uypeySgj6o
En Valladolid coincidimos, entre el Pisuerga y el Esgueva, concretamente en la calle Huelva, bajo la Ermita a San Isidro, al pie del cerro de San Cristóbal y las ruinas del castillo de Canterac. El Destino nos llevó a un lugar y ese destino se trocó en un Sino, que nos unió por siempre y para bien. En nuestra convivencia, tres localidades nos han amparado: Valladolid, Castroñuño y Tornadizos de Ávila. Localidades y sus ríos: el Río Chico hacia el Adaja, éste al Pisuerga y de él, al caudaloso Duero. En tierras y ríos hemos sido parejos y en el afecto: a Valladolid, su Puente Colgante, sus desaparecidas Tenerías, Las Moreras, su Pesquera y su Puente Mayor; tú segoviana, pero del Pisuerga los dos, bordeando su ribera, del brazo cogidos, en el alma y el pucelano leísmo, unidos. Cada localidad, cada caudal de agua, han acogido y riberado un amor tan grande, que al haberlo - por tu muerte - Mamá perdido, me duele tan fuerte que, de descreído, sueño con volver en mi fe, a verte. Tanta devoción, tu amor, me ha despertado, que considero el Creador contigo, se ha volcado. Dotada de un cuerpo helénicamente bello; atrayente, no deslumbrante. Un rostro sonriente, unos ojos achinados y unos labios nunca cerrados. Que en sus manos, el barro amasó para darte: Entrega, Fecundidad, Maternidad y un pecho abierto a dar y entregar, con manos llenas, las necesidades de los demás. Como Esposa, sin igual, como mujer Deseada, Amada y Mimada. Como Hija totalmente entregada. Como Madre, Amorosa y Pendiente: día, noche, de atuendos, comidas enfermedades y...lo peor de una muerte Doliente. Tras la muerte de tu Álvaro, se escapó con él tu sonrisa, tu rostro lo nebuló una triste brisa y dando cara a la desgracia, mantuviste recia y sabia todas las virtudes con que el Creador te regaló. Pese al dolor, fuiste para mi un apoyo, un sostén un bastón. Si antes te amaba y apreciaba, tras la ida del muchacho, vivir junto a ti, tenerte junto a mi, me ayudaba e ilusionaba. Así hasta nuestra Negra Sombra. Un adenoma entre esófago y estómago, primero benigno, tras recesionarlo, maligno carcinoma, nos separó a quienes del Pisuerga éramos, juntos siempre, los dos. Como en "Katiuska" por nuestro Volga los sirgadores llevan mi barco río arriba, mientras el tuyo va hacia el Mar. Del Pisuerga los dos. Corro mi orilla hacia ti, mi amor, aferrándome a Dios que me permita, al menos, Volver a verte, ¡Por favor! Dame Fe. BUENAS NOCHES MAMÁ. https://www.youtube.com/watch?v=H8dkixDxG_Y