martes, 12 de junio de 2018

LA MUJER MUERTA.


        La festividad de San Antonio de Padua me acerca desde las estribaciones de uno de los Calocos; desde la ermita de El Cerro, hacia las leyendas y misterios de su silueta en la Sierra de Guadarrama. La Mujer Muerta

       Su velada cabeza, sus manos sobre el pecho, su embarazado vientre, sus inertes rodillas y la leve inclinación de los pies, nos mueven a mirar hacia arriba, a desoír el urbano ruido y apuntar la mente, desde la aguja de el Alcázar, hacia el sonrosado teón del astro naciente.

      Varios accidentes aéreos, aterrizaron para siempre cabe las rodillas de esa Mujer Muerta. Desde la ilusión de una azafata de 18 años, en su primer vuelo, hasta el Doctor, amigo burgalés, con quien compartimos vuelos desde Sanchidrián.
     
      Legendaria silueta, cuya primera leyenda se remonta a la Edad del Hierro. Muere Mael Jefe de un castro celta, asentado sobre la breña que bordean los ríos Clamores y Eresma. Deja como herederos de su autoridad a sus dos hijos gemelos: Bryan el fuerte y Aldair el rápido.

    Su madre Alanis (la preciosa), teme el enfrentamiento entre ambos hijos y prefiere morir, a vivir viendo una lucha fratricida.

    La guerra entre ambos hermanos estalla, en una tarde tormentosa. Los vientos barren la  llanura. Un enorme movimiento sísmico, almacena toda una montaña serrana sobre la llana anterior. Al día siguiente, el cadáver de Alanís se ha convertido en una elevada Sierra que siluetea el horizonte con los encantos de la fallecida.

    La muerte de Alanis, siembra la paz y ambos hermanos se abrazan, en un mando conjunto. 

    Prosigue la leyenda relatando que, en los días de limpio horizonte, dos nubes blancas, trepan a lo alto de la Sierra, se asientan sobre la velada faz de la Mujer Muerta, la besan y se retiran bajando pausadamente por la vertiente Sur.

    Querida Esposa mía, mi amada segoviana. Cientos de veces hemos comentado lo tristes, solos y abandonados que estarán nuestros nichos. 

     Siempre hemos temido que, junto al frío granito de nuestras lápidas, faltará esa flor amorosa, esa rosa agradecida, ese blanco crisantemo ganado en nuestra entrega a nuestros sucesores, ya carentes de respeto, hacia quienes se marcharon. Estaremos ausentes en su memoria, por creerse distintos, contrarios a tradiciones y poseídos de fatua modernidad.

    Nada tiene que ver la creencia religiosa, la costumbre ancestral, con el recuerdo íntimo de quien te dio de mamar, te enseñó a andar y te ayudó hasta que alcanzaste la hombría.

    Envidia me dan esas dos nubes ascendentes: Bryan y Aldair visitando el velado rostro de su Madre.

    Esposa mía, siempre hemos estado seguros de que nuestro nicho, estará vacío de merecidas rosas, de blancos crisantemos, de rosados claveles.

    Quienes con afecto nacerán cabe nuestras cenizas, serán esas gentiles y rojas amapolas que la Naturaleza regala a los abandonados.

    Si nos faltan las flores, nos sobran esos 49 años de unión amorosa para nosotros todo un jardín de amor por la eternidad. Nuestras rosas, nuestras flores, son  nuestros nietos.

    Quizás nos equivocamos en nuestras adivinaciones, si así fuere, mil perdones. Nuestra alegría por vuestra vuelta a muy merecidas costumbres. Recordar es Historia y hay leyendas que merecen ser Historias.
    
Buenas noches. Mamá.


https://www.youtube.com/watch?v=xS-GSDJeALY

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