domingo, 19 de agosto de 2018

HAY SITIO...OCÙPALO.


Casi siempre, he tocado el tema de que sea, el componente femenino del matrimonio, quien abandonase el columpio de la Vida.

Solo tengo, referencias cercanas, de un caso en que él, hombre joven y en plenitud, tomó el camino de la otra orilla, dejando en este lado del Mar, a su esposa y dos niñas en edad escolar. Es como dicen en Cuba -Ante la puerta de la casa y sin llavín-

En este caso cercano, la familia se volcó con la viuda, para sacar adelante el negocio emprendido por el joven difunto. Su compañera, joven y hermosa, jamás ofreció que la tabla vacía del columpio familiar, fuese ocupada por un nuevo hombre.

Cerca de mi -al canto de un gallo- si he conocido el caso, de que un hombre nuevo, acepte el ofrecimiento de unirse a la destrozada familia, para proseguir la empresa iniciada por quien se marchó. Dos almas, unidas en un nuevo destino. Dos seres juntos, balanceándose ante el futuro.

Para aquella esposa, felizmente acompañada, en el balancín ante un futuro familiar y prometedor, el sentirse herida por la falta del brazo poderoso y amoroso, que les aseguraba llegar a una orilla del proceloso mar: juntos, unidos, y afanados fue un golpe traicionero.

Toda una tragedia, que sólo el valor de una mujer fuerte sabe vencer -La aguja sabe donde cose y el dedal lo que empuja- Así de decididas, sabias y afanosas son nuestras mujeres ante la adversidad. aguja y dedal ante lo inesperado.

Las he conocido, haciendo guantes, poniendo cuellos a las camisas, laboriosas en el ganchillo y limpias en las escaleras de Comunidades. Todo ello, a la par de gobernar su propia casa, aportando con estos trabajos, unas pesetas, a la infame pensión de viudedad. -El que nace para estropajo no sale del fregadero-

Nunca fueron estropajo nuestras viudas, claro que salieron del fregadero. Adquirieron su casita, dieron estudios y trabajo a sus hijos y hoy...siguen velando la memoria del que se marchó columpiándose solas en su hogar o compartiendo nueva vida con un novel  compañero, en el columpio hogareño.

La lotería de la vida, les dio a nuestras viudas, 99 papeletas para fracasar, para llorar, para sufrir; pero recias y fuertes, vencieron al dolor, al penar y a la soledad.

Que Dios y lo que las conocemos, reconozcamos su enorme valía, su coraje, y su maternal hombría. El que no lo reconozca o le pica, es porque aji come

BUENAS NOCHES, MAMÁS,

https://www.youtube.com/watch?v=LU94Xa4jJ2Q

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