Querida esposa. Hoy abro mi carta para ti, con el cuadro de Romero de Torres, titulado "La Buenaventura".
Inquieto el pintor, serena y equilibrada su obra.
Buscador del simbolismo, del italianizante renacentista. Predecesor de la futura escuela francesa, impresionista, su preciso dibujo, logra composiciones armónicas dentro de su siempre presente, vocación regionalista.
No es un vulgar trovador andalucista; sus cuadros rezuman lo popular con el añadido prestigio de una identidad propia, en la que los colores: azul, verde y negro, se unen al blanco, en un rimar poético y el nacer de una escena envuelta en el misterio.
Sus pinceles, nos han enamorado de la mujer cordobesa: de su faz, de su tez - morena y enmarcada en suaves contornos - de su serena y penetrante mirada. Él, como nadie, nos legó para la posteridad la penetrante mirada de esos ojos femeninos, sinceros por hispanos, misteriosos y entregados, por llegados desde la pasión de lo africano.
La imagen nos muestra a la echadora de cartas mostrando, con gesto sonriente la carta que la suerte ha deparado a su triste "invidente". Un cinco de oros que la garantiza un futuro cargado de buenos augurios.
La "ciega" clienta, por su gesto cariacontecido, no parece convencida, de la suerte que la vidente la profetiza con el cinco de oros, asignado para ella. No se fía o no cree en los buenos auspicios de su agorera echadora.
Un encanto, sorprendente para el espectador de la pintura; por un lado, la encantadora sonrisa de la echadora de cartas, por el otro, la sufrida faz de quien duda del futuro prometido por un cinco de oros.
Hoy, el futuro nos interesa más que nunca. Sin embargo, han desaparecido de nuestras calles las echadoras de cartas o las gitanillas a las que mostrar la palma de nuestra mano, para adivinar el mañana propio o de los nuestros.
Hoy, para Julio Romero de Torres, sería imposible pincelar escenas callejeras de augurios, predicciones o adivinanzas.
La escena y sus actores se han borrado de nuestras calles... pero no se han marchado los actores, siguen vivos. El futuro, nuestro mañana, es un misterio que nos atrae, que necesitamos conocer, creamos o desconfiemos de él.
El oficio, la maestría, el conocimiento de la adivinanza, el vivir de la afición del otro hacia el mañana, perdura. La gitanilla ya no lee los montes de nuestra mano; la quiromancia ha huido a otros lares. La mesa de la echadora de cartas, ha desaparecido para asentarse en otros sitios. ¿Donde?... donde gozan de mayor audiencia... la radio, la televisión, las redes sociales.
Cansados estamos de predicciones. Toda una nueva legión de augures, sin oficio y por beneficio, nos machacan en radiofónicas o televisivas tertulias sobre economía, política o fiscalidad con el:
-Ya veréis.
-Yo, os anticipo.
-En menos de un mes, lo aplicarán
Bla, bla, bla. Hoy, ante el micrófono o la cámara cualquier "mindundi" se arroga el derecho a predecir o vaticinar, eso de motu propio, ya que otros - muchos predicen y vaticinan - lo que ocultos poderes les indican, para influenciar la Opinión políticamente. Saben manejar los palos de la baraja: oros, copas, espadas, bastos y un quinto palo el del engaño y la mentira.
Uno, ya desengañado, no los escucha y desea topar con una graciosa gitanilla que te presenta un futuro del que puedes creer o dudar.Una carta que gustosamente pagas, aun sabiendo - por neófito en la quiromancia - que te pueden engañar, pero no te insultan al proponerte un imposible, solo admisible por un inferior mental.
Querida esposa, afortunadamente vivimos nuestros amores, gozamos de nuestro hogar, de nuestros hijos bajo el dorado palo de oros.
Sin darnos cuenta el Destino nos echó cartas y para nuestro dolor fue un cinco de espadas invertido. Nuestro hijo menor nos abandonó en un accidente de carretera.
Desde aquel día, tu faz: sonriente, abierta, esperanzada; tu penetrante mirada, cálida como la arena del desierto, se transformó en un semblante dolorido, aceptante del mal, afrontando con enorme valor la cruda realidad deparada por un inesperado Adiós.
Miro nuestro álbum de fotos y desde el 30 de Junio de 1996, tu entregada sonrisa, desaparece de los recuerdos fotográficos. Solo un rictus de amabilidad forzada, se entrega a la cámara, bajo una entristecida y dolorida mirada.
Esas invertidas espadas volvieron a lacerarnos. Un informe médico, nos indicaba que lo antes analizado como benigno, ahora era un carcinoma maligno. Dieciséis días luchaste, tras la intervención quirúrgica, por mantenerte a nuestro lado. El 28 de febrero, oscura noche, volaste al lado de tu hijo. Lo alcanzaste, sonriente por él y en tus labios, un rictus de dolor por dejarnos solos.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=Xvi8moLguu0
Inquieto el pintor, serena y equilibrada su obra.
Buscador del simbolismo, del italianizante renacentista. Predecesor de la futura escuela francesa, impresionista, su preciso dibujo, logra composiciones armónicas dentro de su siempre presente, vocación regionalista.
No es un vulgar trovador andalucista; sus cuadros rezuman lo popular con el añadido prestigio de una identidad propia, en la que los colores: azul, verde y negro, se unen al blanco, en un rimar poético y el nacer de una escena envuelta en el misterio.
Sus pinceles, nos han enamorado de la mujer cordobesa: de su faz, de su tez - morena y enmarcada en suaves contornos - de su serena y penetrante mirada. Él, como nadie, nos legó para la posteridad la penetrante mirada de esos ojos femeninos, sinceros por hispanos, misteriosos y entregados, por llegados desde la pasión de lo africano.
La imagen nos muestra a la echadora de cartas mostrando, con gesto sonriente la carta que la suerte ha deparado a su triste "invidente". Un cinco de oros que la garantiza un futuro cargado de buenos augurios.
La "ciega" clienta, por su gesto cariacontecido, no parece convencida, de la suerte que la vidente la profetiza con el cinco de oros, asignado para ella. No se fía o no cree en los buenos auspicios de su agorera echadora.
Un encanto, sorprendente para el espectador de la pintura; por un lado, la encantadora sonrisa de la echadora de cartas, por el otro, la sufrida faz de quien duda del futuro prometido por un cinco de oros.
Hoy, el futuro nos interesa más que nunca. Sin embargo, han desaparecido de nuestras calles las echadoras de cartas o las gitanillas a las que mostrar la palma de nuestra mano, para adivinar el mañana propio o de los nuestros.
Hoy, para Julio Romero de Torres, sería imposible pincelar escenas callejeras de augurios, predicciones o adivinanzas.
La escena y sus actores se han borrado de nuestras calles... pero no se han marchado los actores, siguen vivos. El futuro, nuestro mañana, es un misterio que nos atrae, que necesitamos conocer, creamos o desconfiemos de él.
El oficio, la maestría, el conocimiento de la adivinanza, el vivir de la afición del otro hacia el mañana, perdura. La gitanilla ya no lee los montes de nuestra mano; la quiromancia ha huido a otros lares. La mesa de la echadora de cartas, ha desaparecido para asentarse en otros sitios. ¿Donde?... donde gozan de mayor audiencia... la radio, la televisión, las redes sociales.
Cansados estamos de predicciones. Toda una nueva legión de augures, sin oficio y por beneficio, nos machacan en radiofónicas o televisivas tertulias sobre economía, política o fiscalidad con el:
-Ya veréis.
-Yo, os anticipo.
-En menos de un mes, lo aplicarán
Bla, bla, bla. Hoy, ante el micrófono o la cámara cualquier "mindundi" se arroga el derecho a predecir o vaticinar, eso de motu propio, ya que otros - muchos predicen y vaticinan - lo que ocultos poderes les indican, para influenciar la Opinión políticamente. Saben manejar los palos de la baraja: oros, copas, espadas, bastos y un quinto palo el del engaño y la mentira.
Uno, ya desengañado, no los escucha y desea topar con una graciosa gitanilla que te presenta un futuro del que puedes creer o dudar.Una carta que gustosamente pagas, aun sabiendo - por neófito en la quiromancia - que te pueden engañar, pero no te insultan al proponerte un imposible, solo admisible por un inferior mental.
Querida esposa, afortunadamente vivimos nuestros amores, gozamos de nuestro hogar, de nuestros hijos bajo el dorado palo de oros.
Sin darnos cuenta el Destino nos echó cartas y para nuestro dolor fue un cinco de espadas invertido. Nuestro hijo menor nos abandonó en un accidente de carretera.
Desde aquel día, tu faz: sonriente, abierta, esperanzada; tu penetrante mirada, cálida como la arena del desierto, se transformó en un semblante dolorido, aceptante del mal, afrontando con enorme valor la cruda realidad deparada por un inesperado Adiós.
Miro nuestro álbum de fotos y desde el 30 de Junio de 1996, tu entregada sonrisa, desaparece de los recuerdos fotográficos. Solo un rictus de amabilidad forzada, se entrega a la cámara, bajo una entristecida y dolorida mirada.
Esas invertidas espadas volvieron a lacerarnos. Un informe médico, nos indicaba que lo antes analizado como benigno, ahora era un carcinoma maligno. Dieciséis días luchaste, tras la intervención quirúrgica, por mantenerte a nuestro lado. El 28 de febrero, oscura noche, volaste al lado de tu hijo. Lo alcanzaste, sonriente por él y en tus labios, un rictus de dolor por dejarnos solos.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=Xvi8moLguu0
No hay comentarios:
Publicar un comentario