martes, 10 de enero de 2017

MI CABEZADA.

LA SIESTA.    (PICASSO.)
De hoy no pasa, me dije. Hoy lo cuento. Estoy seguro, no sólo me sucede a mi. Tiene que pasarles a muchos solitarios. Seguramente han experimentado, las mismas y seguidas situaciones que por mi mente, en unos instantes, han pasado.

Ha sido un sentir: distinto y repetido, un gozo inesperado, un mirar a mi costado y constatar que el gozo vivido, no lo fue hoy, fue calor del pasado.

Sueño y realidad, casi fundidos, seguidos: uno tras otro, gozar y penar en un abrir de ojos, mirar al costado y constatar la impuesta soledad.

Mamá, mi querida esposa, desde que te fuiste, cada noche es más fría. No obstante, agradezco que finalice el día y que las sombras de la noche nublen la visión de mi triste soledad. Me acuesto, todavía, en nuestra cama. Siempre dormiré en ella. 

Vuelvo, mi cansado cuerpo hacia tu lado: vacío, desolado, como la helada estepa siberiana. Conecto mi transistor, mi compaña en el nocturno camino. Cerrar mis ojos, caer rendido. No pensar, es mi preferido destino, dormir ajeno a mi triste y solitaria realidad.

-"Por los Reyes lo conocen los bueyes"- dice el refrán refiriéndose a los mayores minutos de luz solar por las tardes. Sin embargo también se nota la claridad del amanecer entre las rendijas de mi persiana.

Un nuevo día amanece... pero tú Mamá, no estás. Un nuevo día para echarte de menos, para limpiar, adecentar nuestro hogar, asearme, desayunar y con mis tareas vencidas, esperar suene el timbre en mi puerta, pulsado por el catering que me trae la diaria comida. Sabes Mamá que la cocina era siempre cosa tuya. Nunca me fijé en el pormenor de tus sabrosos platos. Nunca pensé que mi querida cocinera se ausentaría de nuestros fogones. 

Cada vez que me he puesto sobre la cabeza el gorro de chef, la "toque blanche" mi plato ha terminado chamuscado; mi receta un fracaso y por ende, mi gorro de chef, para siempre colgado.

Mi servicio de catering, me entrega la comida en una caja de poliestireno expandido, para mantener la temperatura de cada plato en los grados precisos. Tras recibirla, preparo mi mesa en la cocina: servilletas, platos, cubertería, vasos y mi cartoncito de vino tinto pegadito a la botella de gaseosa.

Pongo a tiro: mesa, silla, plato y monitor de la televisión, cada elemento es un punto sobre una línea recta que nace en mis gafas y muere en la pantalla de la T.V.

Tras la comida: fregadero; antes ponía en funcionamiento el vajillas. Ahora no, limpió mis utensilios a mano: "Fairy", esponja, aclarado en caliente y tras unos minutos, secado. Eso sí: todo recogido, piso barrido y si es preciso mano al fregasuelos. Aquí terminan mis faenas mañaneras.

Pongo la calefacción, conecto la televisión del cuarto de estar, me siento frente a ella y escucho las noticias. En tanto, mis ojuelos se van achicando, un sopor mediterráneo me invade y... las cosas: juegos de cristalinas copas, tazas y teteras de la Cartuja comentan entre sí:
-Éste, ya ha caído. Éste duerme con los angelitos.
Mi sopor se ve acompasado, acompañado por el suave rumor del noticiero televisivo.
-
Es la hora de la siesta la hora sexta romana y el Mediterráneo crea, en mi caso a la vejez, costumbres grabadas a fuego y seculares en sus orillas.

Nunca he controlado la duración de mi huida, de mi cabezada, lejos de mi realidad actual. Deben ser 30 minutos, hundido en las sombras de la nada, sin alma, sin voluntad, sin deseos. Una media hora vegetativa en la que no eres humano, quizás un ser vegetal, que respira sin proponerlo, corazón latente, sin quererlo e inerme ante la realidad.

Se acerca el momento de regresar, de abandonar lo virtual y pisar con tu mente lo real. De abrir los ojos, frotar las pupilas, captar la imagen frontera y...enterarte por unos segundos del enorme poder memorístico del ayer vivido, del ayer amado, del ayer compartido. El recuerdo vive y pesa.

ABRES TUS OJOS COMO LOS ABRÍAS ANTAÑO: TRANQUILO, SEGURO, SINTIÉNDOTE AMADO. LOS ABRES, CONVENCIDO DE ESTAR ACOMPAÑADO.

VUELVES LA CABEZA, ¿HACIA DONDE?. SIEMPRE HACIA SU LADO. DONDE ELLA, TU AMOR, TE ESTÁ -MIENTRAS TEJE- ESPERANDO.
TUS PUPILAS SE AGRANDAN, BUSCAN SU IMAGEN Y NO HALLAN MAS QUE SU SILLÓN VACÍO. ENTONCES TU MENTE, UNA SIESTA MÁS, COMPRENDE, AUNQUE NO ENTIENDE, EL POR QUÉ ELLA HA VOLADO.

Este fenómeno lo vivo cada jornada, en la hora sexta romana, es triste, doloroso, pero lo busco ansioso, por ese abrir los ojos sintiéndome querido y acompañado.

No le temo ya a  volver mi cabeza y contemplar tu sillón frío, inerte y vacío. Sé, que sin ti, mi vida ya va a ser así; solo me resta doblar mi cabeza en  la siesta y abrir los ojos, como antaño: querido y acompañado.


BUENAS NOCHES, MAMÁ.


https://www.youtube.com/watch?v=njDvMoeeLCo&t=239s




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