sábado, 7 de abril de 2018

ETERNA ALIANZA.



      Querida Mamá, nuestro amor estaba bendecido por el Sumo Hacedor; si nos atenemos al Génesis (1.28) y a su mandato: Creced y multiplicaos, llenad la Tierra... nuestros actos de amor han mecido cariñosamente nuestra cuna para ensueño de nuestros diminutos hijos.

    Con entrega total del uno al otro, depositamos por dos veces, dos preciosos continuadores de la especie humana. Nuestros dos hijos.

    Al cuidado maternal, crecieron, se hicieron hombres y empezaron a señoread: los peces del mar, las aves del cielo y las bestias de la Tierra.

   El pequeño, señoreó con su bondad, entrega y amistad a sus amigos, empatizando totalmente con ellos. Un día el mandato para el que fue creado de rompió. Por causas desconocidas, no dominó su bestia mecánica, su vehículo y falleció colisionando con un árbol. 

   Ese día, sus Padres, su Hermano y sus amigos, perdieron para esta Tierra, un valedor, un hombro en que apoyarse y un afable conversador de los desvalidos que solicitaban ayuda en las esquinas. Siempre charlaba con los pobres que demandaban limosna.

   Nosotros, como Padres, nos desgarramos los sentires de nuestro corazón.

   Años más tarde, nuestro meced la cuna de dos hijos ya mayores y a cuatro manos, terminó en tragedia. De pronto, solo fue mecida por dos, mis manos. Mamá, se nos marchó; tras una intervención quirúrgica, subió dolorosa la senda del Gólgota, para unirse al hijo perdido.

   Para nosotros, Mamá, el mandato del Génesis, sólo se ha cumplido en parte, pese a la grandeza y entrega de nuestro amor.

   No nos quejamos, pese a lo sufrido, yo he vivido el pleno de cariño, entregado a raudales por mi esposa e hijos. Puedo irme satisfecho de haber convivido con quienes elegí, con quienes acerté y con quienes mi amor compartí y acrecí, día tras día.

   Mi Esposa, mi  joya perdida y más preciada, se preocupaba de que sus padres y los míos, ya felices abuelos, disfrutasen de nuestras visitas. Nuestros cien kilómetros de automóvil, llevaban una semana a unos u otros, los chiquitines que sucesoriamente habían mecido, para acrecer la cuna del Mundo. Nuestros hijos eran nietos disfrutados de unos y otros.

    He perdido dos joyas insustituibles: Mi Hijo antaño, y últimamente, mi amada esposa. Mi soledad es grande y lamentaría fuese mayor, si las enormes exigencias a mis nietos, de la nueva vida, de los duros estudios, de las nuevas Lenguas, me impidiesen disfrutar de la adolescencia, de quien mecimos en nuestra familiar cuna, hoy olvidada, en la casi cerrada habitación de los Niños.

    Con ese henchid la Tierra y dominarla, muchos  abuelos, especialmente los paternales, estamos perdiendo el precioso contacto con nuestros menores. 

     Desde los inicios, nuestros nietos, corretean por la localidad de Mamá, con los pequeños de sus amigos. Se divierten, se lo pasan muy bien, empatizan con otros niños de su edad y comienzan a forjarse amistades imperecederas que les atarán a aquella localidad.

    Me encanta por mis pequeños, pero me duele se releguen los sentires de otros abuelos,los paternos, que mecieron también la cuna, para henchid la Tierra.

    En verdad, a mi se me están olvidando: cantar nanas, enseñar a dibujar monigotes, revisar las leves tareas,  hasta contar el cuento de Hansel y Gretel y ya no sé cantar "ARROZ CON LECHE ME QUIERO CASAR CON UNA SEÑORITA...."

    Todos: abuelos y nietos están llamados a disfrutar juntos, para que los vejetes aconsejen y jueguen con sus peques. No arrinconemos a unos en beneficio de otros.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.

  https://www.youtube.com/watch?v=57xzZT_C314  

No hay comentarios:

Publicar un comentario