La verdad, antes de lanzarme al tema de hoy, estimado lector/a, quiero pedir perdón por no dedicaros mi escrito a Vos. A Vos va pero escondidamente, es una charla íntima con mi Esposa Su texto es para ti pero siempre, íntimamente, quiero dirigirlo a mi querida Esposa. Perdón, no tengo otro medio de hablarle a Ella.
Desgraciadamente el Sumo Hacedor, tenía que haber establecido un hilo de comunicación, entre quienes nos amamos y compartimos una vida en común. Por eso mis líneas brotan del alma, nacen del amor y es un "falar" amoroso entre dos, con derecho a ser leído por Vos,
Vayamos al grano. Mi desgracia, tuvo la suerte de que mi compañera se marchó, todavía lozana y bella; por ello tengo - no se si llamarlo suerte - de recordarla guapa y deseable.
Conquistada mi Moza, jamás me puse al tanto del dedo de esponsales y en que mano debería portar el dorado anillo de mi compromiso.
Logrado el tesoro para mi sobraban lo que consideraba formalidades. Hoy perdido el tesoro me he vuelto serio y formal y hasta he estudiado si cumplía las normas sociales respecto a mi anillo anular.
Tal ha sido -ahora un mucho tarde- mi seriedad sobre el tema, que me he remontado a la época Babilónica, pasado por la Egipcia, asentado en Grecia y recalado en Roma. Hasta he consultado Las Etimologías de San Isidoro.
"Anulos homines primum gestare coeperunt quarto a pollice digito, quod eo vena quaedam ad cor usque pertingat, quam notandam ornandamque aliquo insigni veteres putaverunt."
Aseguran que del dedo anular, el cuarto de nuestra mano parte - para unos, una vena, para otros un nervio - que lleva directo al corazón.
A este dedo se le ha considerado el "digitus médicus," ya que con él, en la antigüedad, el galeno extendía los ungüentos reparadores del dolor o la distensión.
Primero, los egipcios al diseccionar el cadáver con un cuchillo de obsidiana, vieron que la vena del cuarto dedo llevaba directa al corazón. Lo afirmaron los griegos. Los romanos la llamaron la "vena amoris".
Para unos, esta propiedad cordial, existía en el dedo de la mano derecha, para la mayoría en el anular de la mano izquierda. Este marido tuyo, siempre lo ha portado en la mano izquierda, porque sí, porque me dio por ahí.
Qué hago con tu anillo? ,me dolía tenerlo olvidado en una inexpresiva y fría caja de seguridad, con tus joyas; por ello, Mamá, me lo he colgado de una cadena al cuello para que siga latiendo, balanceándose, cerca de mi corazón.
Tras perderte, con los años - vencida la emoción de raptarte para mi vida- el saberte mía, me ha deparado tiempo para dar importancia a lo que creía -entonces- cosas tan vanales como el lugar de un anillo.
En mi soledad, con hondo fervor, beso tus queridas cosas; ahora cada noche y cada despertar, poso mis labios, en ese anillo, que con el mío, compramos en esa joyería bajo los soportales de la Plaza Mayor de Medina del Campo.
Por cierto, el establecimiento todavía mantiene abiertas sus puertas, las mismas que nuestro joven amor traspasó en un frío Noviembre de 1966, de paso hacia el Registro Civil medinense.
Es un recuerdo, entre los nuestros, nuestras cosas, nuestra vida que, para nada ya, me sirven sin ti.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=LS04M9Mz26E
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