Mi niña querida. En la soledad de mi despacho, frente a mi portátil - quiero, amor - confesarte que en nuestros cuarenta y ocho años años de matrimonio, este "tu patito feo", junto a ti, siempre se ha sentido un cisne.
Nunca me ha perturbado el no parecerme al canon de la belleza masculina. Cuando tu belleza femenina me atraía -siempre te he considerado bella - estaba convencido mi pasable atractivo para una hermosura como la tuya.
Bajito, fuerte -tirando a gordito- con incipientes, ya pronunciadas entradas en mi cabello, segura presa de la alopecia. No me parecía a mi, ser tu preferente candidato, a un compromiso de noviazgo. Ni soñarlo en aquellos inicios.
Estaba convencido, que mi físico, al lado del tuyo, no casaba, no encajaba. Sin quererlo, me veía virtualmente a tu lado y me consideraba un pobrecito " patito feo".
Cuando surjen inconvenientes infundados, todos llevamos, muy dentro, ese lanzado atrevimiento, osadía diría, que nos anima a comenzar. Lo que parece inalcanzable, te anima iniciar con brío la besana, murmurando con el viejo labrador castellano - Con estos bueyes hay que arar -
Pese a mi falta de atractivo varonil, me vi sorprendido por tu afable acogimiento. Reconozco las murallas y matacanes que, como quien no quiere, ponías a mis intentos de asalto a tu bellísima fortaleza.
Tres meses de asalto a la barbacana de tomarte del brazo, me ocuparon en mis planes de estrategia.
Seis meses, tardé en lograr escalar las almenas de tus labios y pasear los míos por el adarve de los tuyos, en cada nocturna despedida.
Llegó la hora de una separación, impuesta por mi servicio militar en la Auditoría de Guerra. Cada día, cada mañana, mi tiempo libre era a ti dedicado con una carta, que enmochilada en el macuto del cartero militar, se unía con las diligencias previas , resoluciones, rebeliones, sediciones o desacatos... Todas salían hacia su destino en los serios juzgados militares de cada plaza. La carta, a ti dirigida, iba a la calle Huelva de Valladolid, pero era tan seria como las demás: firme, justa, entregada y con una sola resolución diferenciada, la de amarte eternamente.
La paga, mi soldada, estaba destinada a Correos. Una carta cada día del patito feo a su cisne amada me obligaron a dar clases particulares para compartir futbolines y meriendas con mis amigos
El hacerme el feo, el no presumir de apolíneo galán, me reportó contigo Mamá, el éxito de tu acogimiento, de tu elección para una vida compartida.
Eso sí, ahora que te has marchado te lo confieso, me costó un triunfo conquistarte. Mis armas: la sencillez de trato, la entrega hacia ti y los tuyos, la delicadeza y el mimo que sólo con el querer se realiza. Mis cartas, mis rimas, nuestro pasear la vida unidos del brazo. El apoyarte, quererte y abrazarte en lo bueno y lo malo.
Lector, si quieres lograr algo inalcanzable, ara con tus bueyes, juega con lo que eres y tienes, hazte un patito feo.
Tras la muerte de mi preciosa Cisne, este patito feo se ha sentido también Cisne siendo sólamente, testigo, nunca protagonista. Testigo de una pura belleza, testigo de una entrega de su amada a su casa, sus hijos, su familia, sus vecinas y semejantes.
El ser testigo y dar fe de tu obra y entrega es mi actual misión . Tu te fuiste, te marchaste; de momento, tu Obra, tu Recuerdo, perviven, al menos mientras viva yo: tu Patito Feo, tu Testigo. Es un honor.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=Efl5fg5BaG4
Nunca me ha perturbado el no parecerme al canon de la belleza masculina. Cuando tu belleza femenina me atraía -siempre te he considerado bella - estaba convencido mi pasable atractivo para una hermosura como la tuya.
Bajito, fuerte -tirando a gordito- con incipientes, ya pronunciadas entradas en mi cabello, segura presa de la alopecia. No me parecía a mi, ser tu preferente candidato, a un compromiso de noviazgo. Ni soñarlo en aquellos inicios.
Estaba convencido, que mi físico, al lado del tuyo, no casaba, no encajaba. Sin quererlo, me veía virtualmente a tu lado y me consideraba un pobrecito " patito feo".
Cuando surjen inconvenientes infundados, todos llevamos, muy dentro, ese lanzado atrevimiento, osadía diría, que nos anima a comenzar. Lo que parece inalcanzable, te anima iniciar con brío la besana, murmurando con el viejo labrador castellano - Con estos bueyes hay que arar -
ASTURIAS. VENTURA ALVAREZ SALA. |
Pese a mi falta de atractivo varonil, me vi sorprendido por tu afable acogimiento. Reconozco las murallas y matacanes que, como quien no quiere, ponías a mis intentos de asalto a tu bellísima fortaleza.
Tres meses de asalto a la barbacana de tomarte del brazo, me ocuparon en mis planes de estrategia.
Seis meses, tardé en lograr escalar las almenas de tus labios y pasear los míos por el adarve de los tuyos, en cada nocturna despedida.
Llegó la hora de una separación, impuesta por mi servicio militar en la Auditoría de Guerra. Cada día, cada mañana, mi tiempo libre era a ti dedicado con una carta, que enmochilada en el macuto del cartero militar, se unía con las diligencias previas , resoluciones, rebeliones, sediciones o desacatos... Todas salían hacia su destino en los serios juzgados militares de cada plaza. La carta, a ti dirigida, iba a la calle Huelva de Valladolid, pero era tan seria como las demás: firme, justa, entregada y con una sola resolución diferenciada, la de amarte eternamente.
La paga, mi soldada, estaba destinada a Correos. Una carta cada día del patito feo a su cisne amada me obligaron a dar clases particulares para compartir futbolines y meriendas con mis amigos
El hacerme el feo, el no presumir de apolíneo galán, me reportó contigo Mamá, el éxito de tu acogimiento, de tu elección para una vida compartida.
Eso sí, ahora que te has marchado te lo confieso, me costó un triunfo conquistarte. Mis armas: la sencillez de trato, la entrega hacia ti y los tuyos, la delicadeza y el mimo que sólo con el querer se realiza. Mis cartas, mis rimas, nuestro pasear la vida unidos del brazo. El apoyarte, quererte y abrazarte en lo bueno y lo malo.
Lector, si quieres lograr algo inalcanzable, ara con tus bueyes, juega con lo que eres y tienes, hazte un patito feo.
Tras la muerte de mi preciosa Cisne, este patito feo se ha sentido también Cisne siendo sólamente, testigo, nunca protagonista. Testigo de una pura belleza, testigo de una entrega de su amada a su casa, sus hijos, su familia, sus vecinas y semejantes.
El ser testigo y dar fe de tu obra y entrega es mi actual misión . Tu te fuiste, te marchaste; de momento, tu Obra, tu Recuerdo, perviven, al menos mientras viva yo: tu Patito Feo, tu Testigo. Es un honor.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=Efl5fg5BaG4
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