sábado, 11 de febrero de 2017

TU SONRISA.



Tras dejarme solo. Tras marcharte al más allá, me enteré que el vacío de mi final camino, sólo lo podía iluminar con tu sonrisa. Rebusqué en nuestros álbumes de fotos - una por una - todas las imágenes en las que tu figurabas.

Siempre, para mi, entre miles de oficios, fuiste mi ser preferido: esposa, madre, hermana e insustituible compañera. Con ser eso, con sentirme por ti amado, me bastaba; no precisaba indagar en tu rostro el esbozo de una sonrisa, ni analizarla para encuadrarla con la adjetivación de: alegre, triste o comunicativa.

Tras marcharte, he tenido el grato placer, de revivir contigo, todas y cada una de las sonrisas atesoradas por mi vieja Kodak y mi posterior Canon. De momento, he renunciado a un teléfono móvil con cámara fotográfica, sólo lo uso para comunicarme por voz y - raramente - por texto-

He tenido el placer de resucitar, fotográficamente, el pasado convivido contigo y - esta vez sí - analizar y enterarme, cual neófito principiante: de sentimientos, de ocultas frases,  de los callados mensajes en tus sonrisas pregonados.

He revivido ese movimiento de los músculos faciales, en cada imagen. Lo he estudiado. He indagado sus causas y hasta las he casado con una situación sentimental en nuestra vida matrimonial.

Nuestro largo noviazgo y los primeros años de hogar compartido, se llevan las más abiertas, expresivas y hasta sonoras sonrisas. ¿Causas?... el encontrarnos unidos en la esquina del amor, el entregarnos atados con un lazo indisoluble, el hollar y pisar juntos nuestro futuro.

Franca tu sonrisa, por el regalo a nuestro amor, de ese par de angelitos por ti traídos a nuestra cuna familiar. Su crecer, su educación, nuestra entrega hacia ellos, por pequeños, y nuestra dedicación, por mayores, hacia nuestros - ya ancianos -  progenitores.

Una primera etapa de sonrisas sorpresivas por la felicidad con que la vida nos regalaba: familia, salud, e hijos, primeras comuniones, confirmaciones, el final de su servicio militar.  A esta etapa corresponden tus sonrisas más abiertas y espontáneas.

El fallecimiento de nuestros progenitores, vistió de negro tu semblante. Se enlutó, por unos años la comisura de tus labios. Fotos oscuras con fondo del acueducto romano de Segovia o las Cuevas del Águila en  Arenas. Pese a la oscuridad, sobre el sombreado, la luz de tu triste sonrisa.

Nuestro camino recorrido, siempre en mutua compaña, ha tenido: alegrías y tristezas, avivado paso y horribles parones. Hemos vivido, eso sí, juntos, dolorosos hechos que paralizaron nuestro caminar.

Sobre nuestra vía hacia el destino, un día malhadado, oímos el agudo sonido de alarma de varias ambulancias.  Nuestro pequeño, a punto de cumplir sus 22 años, murió en accidente de tráfico.

Desde ese triste hecho, un álbum tras otro, muestran imágenes familiares pero ninguna tuya.

El crecer de tus sobrinas-nietas, poco a poco, fue rasgando la cerrada comisura de tus labios. El calor de nueva vida infantil, fue para ti el inicio, el resurgir nuevo para tu encantadora sonrisa. Todavía triste y por triste, enormemente bella.

Tus sobrinas-nietas, te adoraban. Para ellas eras su querida TITA. Tú, con ellas, sonreías sus gracias y sus juegos. Su llegada y su infancia aportó: nueva, limpia y destellante luz a tu triste sonrisa.

Mama, la marcha al más allá de tu hijo, asentó en tu regazo a tus sobrinitas-nietas, sobre las que volcaste todo tu afecto maternal, para ellas, renacido en ti.

Vinieron tus nietos y con ellos resucitó tu abierta sonrisa. Sí, aquella de tus años de noviazgo. 

A nuevos amores llegados, nuevas sonrisas; otra vez: francas, abiertas, entregadas, mudas en palabras pero elocuentes en quereres. Todavía tu nieto, habla de noche hacia la estrella a la que tu te has ido. Habla, te habla, pero se enfada porque no le contestas. 

Ya somos dos, tu nieto y yo, los que, con tu marcha hemos perdido esa sonrisa que aún deseamos.

Que tu sonrisa llene el inmenso vacío que en esta casa y familia has dejado.  

BUENAS NOCHES, MAMÁ.



https://www.youtube.com/watch?v=__UmYfxt6i0
 

Mi agradecimiento a Paquita y a todos los que nos leen. Perdonar mi egoísmo, me encanta y ayuda psicológicamente hablar, de noche, con mi Señora. Que mis sentimientos, casi lamentos, puedan ayudar a quienes, como yo, caminamos sin compañera. 



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