Callar, es un idioma permisivo con el: pensar, creer, suponer e ignorar.
Mantengo, con todo mimo en mi casa, un arca pequeñita, un joyero de madera, primorosamente tallado.
Únicamente sé, que fue tallado por un joven ebanista y regalado a mi difunta esposa en su juventud. El paso de los años, afectó varias veces, a esta delicada talla y siempre me apliqué a mantener esta exquisita obra, en todo su esplendor.
Nunca, por respeto a la pasada intimidad de mi Señora, pregunté los motivos del regalo, la personalidad del artista, su localización y la relación o trato mantenido.
Callar y pensar, mueve a inventariar todo tipo de relación. Relación que nunca me ha preocupado, nunca se ha presentado de nuevo, y nunca ha impedido la entrega total de todo su cuerpo y alma, de mi esposa hacia mí.
Todos hemos tenido sentires platónicos en nuestros inicios afectuosos: me encantaba Isabelita, mi compañera en clases particulares con Don Luis.
Me ilusionaba con el juvenil y atrayente verbo de Purificación.
Me entusiasmaban los paseos, navegando el Pisuerga, en una barca - tan ocupada - que casi hundía la linea de flotación con las amigas de mi hermana. Sin querer, mi joven corazoncillo se abría jubiloso y deseoso, ante factibles papeletas en la tómbola del futuro.
Cuando mis ocupaciones caseras me lo permitan, tengo que devolver a su primigenio primor, el regalo hecho a mi Señora. Lijarla, barnizarla, decorar su interior con telas apropiadas. Este joyero, fue aportado a nuestra casa por mi Niña como ajuar que deseaba mantener. Tras su partida me alegra mantenerlo mientras yo viva.
No sé quien es el artista. Me alegraría conocerlo. Por su obsequio, puedo deducir un virtuoso ejecutante, prendado de la belleza de mi Niña y de sus cualidades femeninas.
Callar y pensar en las causas del alejamiento, entre tallador y receptora del obsequio, no es del caso. Eso sí, me llena de alegría ese factible alejamiento que, quizás - propició, Mamá - nuestro indisoluble encuentro.
Tu joyero, Mamá, seguirá guardando, como siempre, las fotos de tus hijos, tomadas por la cámara fotográfica en diversas edades; los termómetros: de mercurio y digitales, y como no, ese viejo billete de 500 pesetas que siempre guardabas en tu joyero. Un joyero para las fotos de tus hijos -tus joyas -.
Tras mi huída, en unos años, a la Residencia Geriatrica, este "Carca", guardará en su mochila tan callado joyero. Su silencio, a la Chiticallando, habló durante años, de nuestro mutuo respeto y veneración hacia lo que cada cual manteniamos cerrado con cinco llaves, en nuestra tallada arca.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=YKSfkDcfsoA
FOTOS TOMADAS DE GOOGLE.
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