domingo, 22 de mayo de 2016

MI MERCADO PERSA.

Amada mía.

Las labores propias de este novato Fray Escoba, me traían intranquilo. Limpiezas caseras, preparación de mi comida, lavadora, tendido de ropa. Una y otra vez, ojeada al reloj. 

Precisaba subir a visitarte. En casa tengo tus fotos por todas partes. Necesitaba subir al Camposanto para estar un ratito, junto a lo que me queda de ti, tus amadas cenizas.

Según ascendía por la carretera, las incesantes lluvias de estos días pasados, verdeaban las cunetas; tímidas amapolas elevaban sus ojeantes pétalos rojos, por encima de la hierba.

En lo alto del kilómetro siete, reduzco, freno y tomo, a mi izquierda la entrada a Tornadizos de Ávila.

Según penetro en la localidad, por encima de las musgosas piedras de granito, más bien cercas que linderos de edificaciones, asomaban su primaveral feria los racimos morados de lilas.  

Con un reflejo impensado, bajo el cristal del vehículo y aspiro con fruición el inisperado goce del perfume de las lilas.

A ti y a mi, siempre nos encantaron los racimos peciolados de las lilas.
Siempre, significaron - para ambos - el amor humilde y entregado del uno al otro. Su color morado, lejos del sensual rojo, invita a la unión, sosegada, entregada, a la comunión de mentes y corazones.

La lila, originaria de Persia, no sólo es aroma, es musicalidad. No en vano, su porosa madera fue, desde siglos, materia prima para la elaboración de melódicas flautas. Flautas que hasta encantan a las serpientes.

Por nuestro afecto a las lilas. Paro, bajo de mi  vehículo, ojeo los
alrededores,detecto que estoy solo, trepo el musgoso granito y sin hollar la propiedad ajena, arranco un ramito de lilas para tí, mi armoniosa flautista, hoy tristemente muda y constantemente viva en los sonidos de mi corazón encantado.

Faustino, perdón por mi floral latrocinio, por mi escalada a tus linderos y anticipadas gracias por tu ramito morado de lilas. Larga vida a tí y tu esposa.

Entre las virtudes de mi amada, estaba la humildad propia de las lilas.
No mandaba, insinuaba; no ordenaba ni requeria. Con su amor, con su silente deseo, todo lo conseguía.

Mamá, ha sido el primer florecer de las lilas que no hemos visto juntos, por ello, sobre tu nicho, deposito con el amor de siempre, mi morado y arrancado, ramo de lilas. Pese a tu ausencia, han florecido. Seguramente será por el afecto, que ambos, las hemos tenido. 

Solo ando por este Mercado Persa oferente de todo tipo de bienes. Lo recorro, Mamá, buscándote; sólo me interesas tú. Hasta ahora: recuerdos, imágenes, sombras, hondos sentimientos y... unas moradas lilas.

Dios quiera encontrarnos, algún día en tu estrellado  Mercado Persa.

Entretanto sigo ahuecando mi gruesa rama de lilo preparando mi flauta encantadora de mujeres como tú:  moradas, humildes.


¿Cuando en otra Primavera florezcan nuestras lilas?.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.



https://www.youtube.com/watch?v=4sVFtYOSDtQ


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