Queridísima Justa. No, no te he olvidado, te he recordado a cada instante. Estuve, solo ante el peligro. Una de las persianas del salón se estropeó. Rotura de la vieja cinta elevadora. Como uno, está ya bastante viejezuelo para tales trotes, antes les aceptaba, ahora ya no.He andado muy ocupado en resolver tan nimio problema.
Uno, se cree que tu Compañía Aseguradora, aquella que te invitaba a firmar una buena póliza, te resolverá cualquier incidencia. Sí, sí. Pues no, no. Tras firmar varios folios de letra pequeña. Tras abonar los cargos anuales durante treinta años, resulta que ese manojo de folios cubren los daños en caso de accidente. O sea que el mantenimiento es tu obligación. La de la Compañía es para: rayos, centellas, bombardeos, tsunamis y otras cuantas barbaridades inciertas o imposibles. Ganas me dan de abatir el pararrayos comunitario.
Uno, puede morirse con el recibo de la Compañía, el de cargo, en la mano, sin haber recibido tan siquiera el apriete de un tornillo en tu persiana.
Así que, llamada a una empresa de servicios, para reparar la persiana y a esperar que mil rayos, achicharren las lunas de nuestros amigos aseguradores de riesgos. ¡ Eso son negocios !.
Muy ocupado, escalera en mano, quitando cortinas centrales y laterales, barras, anillas, ganchos de colgar, volante superior, estores laterales... , sube, baja, sube el perigallo y baja cual gallo picoteado.
Por fin, problema solucionado. No obstante, te he echado de menos. Tras la reparación, segunda toma de perigallo para colgar lo descolgado. Rendido, abandoné mi blog y caí sobre nuestro "Pikolín" exhausto, renegando de aseguradoras y bendiciente de los servicios de multiasistencia.
De niño, en mi casa, sólo se abonaban los seguros de decesos, "El Ocaso".
Por aquellos años, mi diversión, tras las tareas escolares, era el partido de fútbol callejero, en plena calle y la lectura de tebeos. El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas. Eran mis héroes, mis paladines. Quien iba a decirme que, con el tiempo, este lector del Guerrero del Antifaz se vería rodeado de tanto sarraceno cívico y conciudadano.
Tú, mamá, seguramente disfrutabas con los recortables de muñecas: vestiditos varios, endosables con pestañas laterales. Pantalones femeninos, no, todavía no habían llegado.
Pasados los años, tras conocernos y querernos el amor fructificó con el regalo de nuestros hijos. Para ellos, algún tebeo que otro. Cuentos muchos. La Isla del Tesoro, Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Astérix, pero su momento más entrañable era ante el televisor, con los Payasos de la Tele. Gaby, Miliki, Fofito y Milikito eran sus héroes preferidos.
El Circo, penetró en nuestras casas. Cada "peque" interactuaba con
ellos. Reían, aplaudían, contestaban - voz en grito - al ¿Cómo están ustedes?.
Cantaban a coro "En el auto de papá", "Susanita tiene un ratón"; hasta frotaban sus fosas nasales con la melodía de "Cómo me pica la nariz".
Todos: niños, padres y hasta abuelas, nos sentíamos familiarmente cobijados, bajo la entrañable carpa circense de los Hermanos Aragón.
Los tiempos cambian, ahora es el momento de nuestros nietos. El Circo plegó velas. Por barlovento, soplan vientos nuevos que hinchan velas hacia el sotavento de las PlayStation. Miles de juegos se abren con el ratón del ordenador: fútbol, aventuras, localización de submarinos, asedio medieval a fortalezas, creación y mantenimiento de granjas. Un sin fin de objetivos que, exigen al practicante: atención, creación y entrega.
Tanta atención, que cualquier pregunta al nieto, requiere repetición y elevación de tono a la garganta del "Yayo". La misma atención, idéntica dedicación, piden los logrados y actuales dibujos animados.
Parafraseando al Boticario de la zarzuela "La Verbena de la Paloma",
-Hoy, las Ciencias adelantan que es una barbaridad.
Cada generación tiene sus gustos y preferencias.
A CADA QUIEN SU SANTO.
Mamá, cada día que pasa, cada noche sin ti, me duele más tu ausencia.
No obstante...
BUENAS NOCHES, MI NIÑA.
https://www.youtube.com/watch?v=g8VMNhPC-ls
Uno, se cree que tu Compañía Aseguradora, aquella que te invitaba a firmar una buena póliza, te resolverá cualquier incidencia. Sí, sí. Pues no, no. Tras firmar varios folios de letra pequeña. Tras abonar los cargos anuales durante treinta años, resulta que ese manojo de folios cubren los daños en caso de accidente. O sea que el mantenimiento es tu obligación. La de la Compañía es para: rayos, centellas, bombardeos, tsunamis y otras cuantas barbaridades inciertas o imposibles. Ganas me dan de abatir el pararrayos comunitario.
Uno, puede morirse con el recibo de la Compañía, el de cargo, en la mano, sin haber recibido tan siquiera el apriete de un tornillo en tu persiana.
Así que, llamada a una empresa de servicios, para reparar la persiana y a esperar que mil rayos, achicharren las lunas de nuestros amigos aseguradores de riesgos. ¡ Eso son negocios !.
Muy ocupado, escalera en mano, quitando cortinas centrales y laterales, barras, anillas, ganchos de colgar, volante superior, estores laterales... , sube, baja, sube el perigallo y baja cual gallo picoteado.
Por fin, problema solucionado. No obstante, te he echado de menos. Tras la reparación, segunda toma de perigallo para colgar lo descolgado. Rendido, abandoné mi blog y caí sobre nuestro "Pikolín" exhausto, renegando de aseguradoras y bendiciente de los servicios de multiasistencia.
De niño, en mi casa, sólo se abonaban los seguros de decesos, "El Ocaso".
Por aquellos años, mi diversión, tras las tareas escolares, era el partido de fútbol callejero, en plena calle y la lectura de tebeos. El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas. Eran mis héroes, mis paladines. Quien iba a decirme que, con el tiempo, este lector del Guerrero del Antifaz se vería rodeado de tanto sarraceno cívico y conciudadano.
Tú, mamá, seguramente disfrutabas con los recortables de muñecas: vestiditos varios, endosables con pestañas laterales. Pantalones femeninos, no, todavía no habían llegado.
Pasados los años, tras conocernos y querernos el amor fructificó con el regalo de nuestros hijos. Para ellos, algún tebeo que otro. Cuentos muchos. La Isla del Tesoro, Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Astérix, pero su momento más entrañable era ante el televisor, con los Payasos de la Tele. Gaby, Miliki, Fofito y Milikito eran sus héroes preferidos.
El Circo, penetró en nuestras casas. Cada "peque" interactuaba con
ellos. Reían, aplaudían, contestaban - voz en grito - al ¿Cómo están ustedes?.
Cantaban a coro "En el auto de papá", "Susanita tiene un ratón"; hasta frotaban sus fosas nasales con la melodía de "Cómo me pica la nariz".
Todos: niños, padres y hasta abuelas, nos sentíamos familiarmente cobijados, bajo la entrañable carpa circense de los Hermanos Aragón.
Los tiempos cambian, ahora es el momento de nuestros nietos. El Circo plegó velas. Por barlovento, soplan vientos nuevos que hinchan velas hacia el sotavento de las PlayStation. Miles de juegos se abren con el ratón del ordenador: fútbol, aventuras, localización de submarinos, asedio medieval a fortalezas, creación y mantenimiento de granjas. Un sin fin de objetivos que, exigen al practicante: atención, creación y entrega.
Tanta atención, que cualquier pregunta al nieto, requiere repetición y elevación de tono a la garganta del "Yayo". La misma atención, idéntica dedicación, piden los logrados y actuales dibujos animados.
Parafraseando al Boticario de la zarzuela "La Verbena de la Paloma",
-Hoy, las Ciencias adelantan que es una barbaridad.
Cada generación tiene sus gustos y preferencias.
A CADA QUIEN SU SANTO.
Mamá, cada día que pasa, cada noche sin ti, me duele más tu ausencia.
No obstante...
BUENAS NOCHES, MI NIÑA.
https://www.youtube.com/watch?v=g8VMNhPC-ls
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