Muy cerquita de la casa de mis padres, calle Labradores, en Valladolid, existía un salón de Cine. Se denominaba "Cine Goya". Casi todos los domingos era nuestra diversión semanal.
Ante su vestíbulo, un carrito de chucherías, era el inicio de nuestros primeros pasos de personalidad infantil.
Mano al bolso del pantalón, tesorería de nuestra propina dominguera y a regalarse con un cono de chufas, una bolsa de pipas de girasol o unos cacahuetes.
Ascendía rápido los peldaños hasta la taquilla, llevando de la mano a mis dos hermanitas. Yo, el mayor, tenía 10 años y toda la responsabilidad de cuidar de ellas.
Presentábamos los billetes - "las entradas", decíamos - y con antelación suficiente, elegíamos las butacas; siempre al lado derecho y lo más próximas al pasillo central.
Nuestra sesión era la infantil. Poco a poco el patio de butacas se llenaba de espectadores chiquitos. Mientras el operador cinematográfico preparaba las cintas, siempre nos regalaba una marcha marcial, siempre la misma, "Los Voluntarios", en recuerdo de las tropas catalanas camino de la Guerra en África. Eran tiempos de posguerra y a sus acordes, cada pequeño espectador marcaba el paso sobre la tarima o cascaba la pipa de girasol entre sus blancos dientes.
De pronto, cesaba la marcha, se apagaban las luces, se iluminaba el blanco lienzo de la enorme pantalla y el "Nodo" nos refería viajes, desfiles, inundaciones, inauguraciones de embalses...
Tras el Noticiario Documental, se iniciaba la proyección de la película.
Si la producción era de la Metro Goldwyn Mayer, en cuanto rugía el león mi hermana chiquitina, me decía.
- Nin, ésta ya la hemos visto.
El Cine y sus argumentos calaban hondamente en mi. Me atraía el actor que hacía de "bueno". Me repelía el "malo". Me asustaba Frankenstein, en forma tal, que al acostarme miraba, temeroso, bajo mi cama.
Me encantaban las películas de aventuras, las que ensalzaban el valor del héroe. Soñabas imitar a D´Artagnan, parecerte a Buffalo Bill. El Cine constituyó para mi todo un tratado de ética.
Tanto me sedujo que, en mi época docente, aleccionaba a mis alumnos en sesiones de Cineforum.
Pasaron los años y Mamá, iniciamos nuestro noviazgo como una preciosa aventura. Nuestra primera película, juntos, en el Teatro Calderón, "Cincuenta y cinco días en Pekín".
Nuestra aventura matrimonial ha sido un estreno, una sesión continua de felicidad. Contigo, a mi lado, dejé de ser el soñado héroe de nuestra cinta. Pasé a contemplarte como mi amada heroína. Fuiste para mi: "Blanca de Castilla", "Reina Santa", "Agustina de Zaragoza".
Pese a las iniciales oposiciones a nuestra unión, abrazados iniciamos nuestra idílica aventura. Bajo los focos, representamos como geniales actores nuestras escenas. Nuestro convivir ha sido una preciosa aventura, a la que sólo puso fin la enfermedad y la mala suerte.
Pese al dolor por tu partida, me siento feliz de haber rodado junto a ti nuestras preciosas escenas. Miro a mi alrededor y me es imposible encontrar otra intérprete que iguale tu papel estelar.
Como esposa te mereces el "Oscar" a la mejor interpretación, a la auténtica realidad de mi más bella y lograda aventura.
El viento te llevó. Te arrancó de mi. Mi actual aventura es seguirte y alcanzarte donde sea, para - unidos - rodar una secuencia eterna y sobre las olas del feliz pasado, bailar un vals.
BUENAS NOCHES, COMPAÑERA DE RODAJE.
https://www.youtube.com/watch?v=kZVsFBdBYTM
Ante su vestíbulo, un carrito de chucherías, era el inicio de nuestros primeros pasos de personalidad infantil.
Mano al bolso del pantalón, tesorería de nuestra propina dominguera y a regalarse con un cono de chufas, una bolsa de pipas de girasol o unos cacahuetes.
Ascendía rápido los peldaños hasta la taquilla, llevando de la mano a mis dos hermanitas. Yo, el mayor, tenía 10 años y toda la responsabilidad de cuidar de ellas.
Presentábamos los billetes - "las entradas", decíamos - y con antelación suficiente, elegíamos las butacas; siempre al lado derecho y lo más próximas al pasillo central.
Nuestra sesión era la infantil. Poco a poco el patio de butacas se llenaba de espectadores chiquitos. Mientras el operador cinematográfico preparaba las cintas, siempre nos regalaba una marcha marcial, siempre la misma, "Los Voluntarios", en recuerdo de las tropas catalanas camino de la Guerra en África. Eran tiempos de posguerra y a sus acordes, cada pequeño espectador marcaba el paso sobre la tarima o cascaba la pipa de girasol entre sus blancos dientes.
De pronto, cesaba la marcha, se apagaban las luces, se iluminaba el blanco lienzo de la enorme pantalla y el "Nodo" nos refería viajes, desfiles, inundaciones, inauguraciones de embalses...
Tras el Noticiario Documental, se iniciaba la proyección de la película.
Si la producción era de la Metro Goldwyn Mayer, en cuanto rugía el león mi hermana chiquitina, me decía.
- Nin, ésta ya la hemos visto.
El Cine y sus argumentos calaban hondamente en mi. Me atraía el actor que hacía de "bueno". Me repelía el "malo". Me asustaba Frankenstein, en forma tal, que al acostarme miraba, temeroso, bajo mi cama.
Me encantaban las películas de aventuras, las que ensalzaban el valor del héroe. Soñabas imitar a D´Artagnan, parecerte a Buffalo Bill. El Cine constituyó para mi todo un tratado de ética.
Tanto me sedujo que, en mi época docente, aleccionaba a mis alumnos en sesiones de Cineforum.
Pasaron los años y Mamá, iniciamos nuestro noviazgo como una preciosa aventura. Nuestra primera película, juntos, en el Teatro Calderón, "Cincuenta y cinco días en Pekín".
Nuestra aventura matrimonial ha sido un estreno, una sesión continua de felicidad. Contigo, a mi lado, dejé de ser el soñado héroe de nuestra cinta. Pasé a contemplarte como mi amada heroína. Fuiste para mi: "Blanca de Castilla", "Reina Santa", "Agustina de Zaragoza".
Pese a las iniciales oposiciones a nuestra unión, abrazados iniciamos nuestra idílica aventura. Bajo los focos, representamos como geniales actores nuestras escenas. Nuestro convivir ha sido una preciosa aventura, a la que sólo puso fin la enfermedad y la mala suerte.
Pese al dolor por tu partida, me siento feliz de haber rodado junto a ti nuestras preciosas escenas. Miro a mi alrededor y me es imposible encontrar otra intérprete que iguale tu papel estelar.
Como esposa te mereces el "Oscar" a la mejor interpretación, a la auténtica realidad de mi más bella y lograda aventura.
El viento te llevó. Te arrancó de mi. Mi actual aventura es seguirte y alcanzarte donde sea, para - unidos - rodar una secuencia eterna y sobre las olas del feliz pasado, bailar un vals.
BUENAS NOCHES, COMPAÑERA DE RODAJE.
https://www.youtube.com/watch?v=kZVsFBdBYTM
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