Mamá, te marchaste sin perdonarme la deuda que tenía contigo. Nunca te llevé a una corrida de toros. Tú, mi segoviana, te sentías atraída por el toro, la arena del coso, la majestuosidad de la verónica, el valor del pase de pecho. Nada, yo - tras mi barrera - indiferente a la tauromaquia; te dejé marchar sin saldar mi deuda.
En estos días, el oro del coso turolense se tiñó de grana sepulvedana. Allá arriba, abristeis estelar puerta a un joven matador segoviano, Víctor Barrio. Desde ahora, él - como dice Raquel su esposa - desde vuestra estrella, se asomará para contemplar Sepúlveda, cada noche, para verla iluminada por el oro de sus piedras areniscas.
Todo amante del Campo y de sus seres: bravos o mansos, tiene como ellos querencia a su figura, a su trote, a sus mugidos, a sus dormideros.
Se ha encendido la disputa entre los amantes del toro y los que defienden su buen trato. Es difícil que los contrarios a la tauromaquia hayan nacido sobre el pasto o bajo el encinar. El toro lleva en sus genes el poderío, el afán de lucha. Unos mueren peleando en el Coso, otros de recia casta, son sacrificados en el matadero para alimento de ese ser superior, el hombre. Casi ninguno muere de viejo. Es imposible hallar sobre la pradera la cornamenta, el esqueleto de un viejo cornúpeta.
Estoy contra el maltrato animal, pero quiero entrar en la mente de ganaderos, de hombres camperos, de mayorales y de los defensores del toro. Gente sencilla, nacida cerca de la manada, que tiene puesta en ella su razón de vida, su única empresa, su pan de cada día. Gente que ve nacer al choto, que lo cuida, que lo alimenta que se desvive por él y que lo considera cual un miembro más de su entorno familiar.
Le pone un nombre con cariño. Tras formarlo para la pelea, lo encajona en un transporte y con lágrimas en los ojos lo apea en los toriles del Coso.
Tras verle embestir, le duelen -igual que a su toro- las banderillas, siente en su carne los puyazos y... para él: mayoral, saltaría de gozo si desde la Presidencia llegara el indulto a su res.
Lo formó para la pelea pero... su mayor gloria sería curar las heridas de su querido morlaco entre las encinas de su dehesa. Lo formó para la guerra, para morir. No obstante, cada estocada certera es un adiós a unos años de convivencia. Cada indulto, un reencuentro gozoso. Me cuesta creer que ese mayoral forme parte del grupo maltratador de los toros.
Me ha encantado contemplar unas fotos del valeroso Víctor Barrio. Todo un valiente luchador, Todo un gran torero, se abaja suavemente, cual las Hoces del Duratón, hasta los niños. Les enseña a tomar el capote, a prender la muleta, a torear de salón.
La tauromaquía ha decaído, no obstante perdurará.
Teruel fue su último coso en esta torería. Teruel tierra del Torico izado en su columna, del ángel, la vaquilla y del joven vaquerizo, portan una estrella, la que Víctor ha logrado en su seria faena por un pitón, torcida al probar el asta contraria del morlaco "Lorenzo".
La Vida, sigue pero algunos faltan. Quienes como su esposa Raquel, viviremos junto a un hueco enorme, tendremos que afrontarlo. La Vida como las Hoces del Duratón siguen doblando. Que quienes nos adelantaron en su curso nos esperen hasta, de nuevo juntarnos.
Víctor, proseguirá toreando de salón con los angelitos, allí como aquí ,con los niños.
Sí, si logró salir a hombros por la Puerta Grande, nuestros corazones se la han abierto de par en par. ¡Bravo, Maestro!.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
https://www.youtube.com/watch?v=KCUgNLGPT6k
En estos días, el oro del coso turolense se tiñó de grana sepulvedana. Allá arriba, abristeis estelar puerta a un joven matador segoviano, Víctor Barrio. Desde ahora, él - como dice Raquel su esposa - desde vuestra estrella, se asomará para contemplar Sepúlveda, cada noche, para verla iluminada por el oro de sus piedras areniscas.
Todo amante del Campo y de sus seres: bravos o mansos, tiene como ellos querencia a su figura, a su trote, a sus mugidos, a sus dormideros.
Se ha encendido la disputa entre los amantes del toro y los que defienden su buen trato. Es difícil que los contrarios a la tauromaquia hayan nacido sobre el pasto o bajo el encinar. El toro lleva en sus genes el poderío, el afán de lucha. Unos mueren peleando en el Coso, otros de recia casta, son sacrificados en el matadero para alimento de ese ser superior, el hombre. Casi ninguno muere de viejo. Es imposible hallar sobre la pradera la cornamenta, el esqueleto de un viejo cornúpeta.
Estoy contra el maltrato animal, pero quiero entrar en la mente de ganaderos, de hombres camperos, de mayorales y de los defensores del toro. Gente sencilla, nacida cerca de la manada, que tiene puesta en ella su razón de vida, su única empresa, su pan de cada día. Gente que ve nacer al choto, que lo cuida, que lo alimenta que se desvive por él y que lo considera cual un miembro más de su entorno familiar.
Le pone un nombre con cariño. Tras formarlo para la pelea, lo encajona en un transporte y con lágrimas en los ojos lo apea en los toriles del Coso.
Tras verle embestir, le duelen -igual que a su toro- las banderillas, siente en su carne los puyazos y... para él: mayoral, saltaría de gozo si desde la Presidencia llegara el indulto a su res.
Lo formó para la pelea pero... su mayor gloria sería curar las heridas de su querido morlaco entre las encinas de su dehesa. Lo formó para la guerra, para morir. No obstante, cada estocada certera es un adiós a unos años de convivencia. Cada indulto, un reencuentro gozoso. Me cuesta creer que ese mayoral forme parte del grupo maltratador de los toros.
Me ha encantado contemplar unas fotos del valeroso Víctor Barrio. Todo un valiente luchador, Todo un gran torero, se abaja suavemente, cual las Hoces del Duratón, hasta los niños. Les enseña a tomar el capote, a prender la muleta, a torear de salón.
La tauromaquía ha decaído, no obstante perdurará.
Teruel fue su último coso en esta torería. Teruel tierra del Torico izado en su columna, del ángel, la vaquilla y del joven vaquerizo, portan una estrella, la que Víctor ha logrado en su seria faena por un pitón, torcida al probar el asta contraria del morlaco "Lorenzo".
La Vida, sigue pero algunos faltan. Quienes como su esposa Raquel, viviremos junto a un hueco enorme, tendremos que afrontarlo. La Vida como las Hoces del Duratón siguen doblando. Que quienes nos adelantaron en su curso nos esperen hasta, de nuevo juntarnos.
Víctor, proseguirá toreando de salón con los angelitos, allí como aquí ,con los niños.
Sí, si logró salir a hombros por la Puerta Grande, nuestros corazones se la han abierto de par en par. ¡Bravo, Maestro!.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
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