domingo, 24 de enero de 2016

LA ABEJA PEPA.

Querida esposa. Ya Ana, te  reconoce en la imagen tuya  insertada en el escritorio del  P.C. Es la primera vez, desde que partiste al Cielo, que te ha recordado.
La salida del "Cole" de Darío, el viernes,  me  sorprendió: semblante ilusionado, mochila al hombro. De su cuellecito pendía el asa de una enorme bolsa; de su interior asomaban, tímidos, los ricitos rubios de una alada abeja que, presumía de cortos pantalones azules y una camiseta con rayas horizontales, alternadas, negras y amarillas.
Con tanto blindaje: anterior y posterior, Darío me recordaba el equipamiento de un "marine" hacia el combate. Como buen guerrero, renunció a que le descargase  la bolsa que, cual chaleco antibalas, protegía su pecho. 
-Darío. ¿Quién es esa muñeca.?-
-Abuelo. ¿No lo sabes?. Es la abeja Pepa.-
Me miró, como quien mira a un indocumentado colega colegial y, ambos, "marine ilusionado" y abuelo despistado, cruzamos el paso de cebra, camino de casa con una comensal mas a la mesa.

Ese almuerzo, contra costumbre, no fue de dos sillas. Tres juegos de vajilla: Darío, Pepa a su lado y este abuelo, afrontando la escena de la parejita formada por el escolar y su alada e inseparable amiga Pepa.


Hace tanto tiempo de que no ejerzo de profesor y desconozco nuevos métodos y maneras de formar que, hoy, en la comida, pasé de enseñante a alumno.

Resulta que "Ediciones Anaya" procura a cada clase una muñeca y un cuadernillo. Cada fin de semana, por riguroso turno, un afortunado alumno se lleva a su casa: la alada Pepa y su cuadernillo. Tras el fin de semana, devuelve la abeja y el cuadernillo, con una más de sus hojas, cumplimentada con un dibujo y un texto referente a los días convividos entre Pepa y él.

Darío, partió de fin de semana hacia la Villa de Mombeltrán en automóvil: Mamá, Papá, Anita, él y su inseparable Pepa. Esta última sin la preceptiva silla de seguridad para ocupantes menores de edad.

Telefónicamente, he sabido de su estancia en Ramacastañas, para celebrar sus fiestas, los saltos incesantes de los "peques" y de Pepa en los castillos hinchables. Ahora, me supongo a Darío dormido junto a su alada amiga, seguro que acierto.

Todo este "tejemaneje" me ha llevado a pensar, durante casi toda la tarde, sobre la lastimosa situación de los refugiados musulmanes que, cual aladas abejas: vuelan, caminan y navegan hacia la colmena europea.

Acuden con la ilusión de un niño, con la infantil inocencia de un sueño. Cargan sobre sus hombros a sus niños, caminan, son expoliados por las "mafias". Se juegan la vida en el Egeo, para pisar una Europa cerrada a cal y canto que, acuerda acogidas y mira impasible hacia otro lado obligando a estas "aladas abejas a vivir bajo aleros, en descampados, apiñados, sin asistencia. La infantil inocencia se ha trocado en un desamparo cruel.

Creo que "Anaya" debiera regalar al Congreso y al Senado una abeja Pepa que, cada fin de semana fuese llevada a la casa de cada político y allí, restaurar su perdida inocencia infantil, para medicarles de ilusión por el prójimo, para que se despertasen con Pepa en la cama y ventilasen su alcoba de indiferencias hacia los migrantes. Eso si, el lunes a devolver la alada Pepa en el Congreso y entregar la rellenada hojita de lo ideado para y con la abeja en el fin de semana. 

Acordamos acoger a varios miles de migrantes. Que yo sepa, solo 12 han sido amparados en Valladolid.

Menos alambradas, no son alimañas, son seres humanos, son padres, son niños, pueden ser porvenir. NOSOTROS TAMBIÉN FUIMOS, TIEMPO HA, EMIGRANTES. ¿SE NOS HA OLVIDADO?.

Tenemos pueblos deshabitados. Miles de hectáreas sin cultivar. Bosques atrojados de maleza. Pinares resineros sin explotar.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.


https://www.youtube.com/watch?v=K7Ruc_NM8j0





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