sábado, 2 de enero de 2016

¡OLÉ!, BELÉN SEVILLANO.

¡Feliz Estrella!, mi niña. Por estos bajos estamos un poco mojados. Por fin, apareció la lluvia; no la que realmente necesitamos. ¡Por favor!, toma tu regadera y riega en dirección a Ávila. Vamos a tener que volver a las antiguas "rogativas", si, aquellas de antaño en que: pueblo e imágenes santas procesionaban pidiendo agua. Una tabla antigua en la basílica de San Vicente conmemora una "rogativa" por el agua; iniciada con sol y terminada con los rogantes y la Virgen de La Soterraña, regresando al templo, a uña de caballo y empapados.

Abandono esa tabla Soterraña e inserto, en la proximidad de la festividad de los Reyes Magos, un cuadro de Velázquez con "duende"; de su época sevillana, en que -a falta de posantes- y para que todo quede en familia, él mismo, se pincela como San José, la Virgen, nada menos que su esposa Juana Pacheco. El Niño, !hay el Niño! es una niña: su hija Francisca. Diego Velázquez, agradecido a su Maestro Francisco Pacheco, que le permitió - por aventajado discípulo- 
desposarse con su hija, le representa -en el familiar Belén- como el más anciano de los Magos de Oriente. Agradecido Pacheco, "manierista él", se postra entre veronés y parmesano, ante su nieta. Como cantan "Los del Río", Sevilla, tiene un color especial y sigue teniendo su "duende".

Tenemos una predicción para principios de éste año de una brillante Supernova, tímida ahora y refulgente para el mes de Junio. Estoy seguro que, en esta Epifanía, los Magos llegarán a Belén y colmarán de regalos los zapatos de nuestros "peques".

Mamá, nunca te lo he contado, nunca es tarde, pero... me da vergüenza. 
Con mis diez años, fui considerado en mi casa, "mayor de edad" para recibir regalos en Reyes. Tiempos económicamente difíciles, época del Racionamiento; para comer, teníamos, para gastos de Reyes justitos.

Recuerdo mi infantil ilusión ante el escaparate de una juguetería sita en la calle Teresa Gil de Valladolid. Un galopante tren de ferrocarril circundaba -una y otra vez- el óvalo de su vía férrea. Yo, ilusionado, con la nariz pegada al frío cristal del escaparate. A la par, desilusionado por la "mayoría de edad" a los regalos de Reyes. Mis hermanas "menores de edad" gozarían de los obsequios reales.

Triste de mí. Limpié con brillo de supernova mis tachueleadas botas. De mis ahorrillos compré en el kiosquillo unos  cacahuetes. Los esparcí bajo la lengüeta de mis botas y... a la espera del milagro, me adormezco.
La vida es dura, duro el despertar, bajo las lengüetas: mis cacahuetes y un billete de moneda de 5 pesetas. Algo es algo.


Desde entonces, cuando oficio de Mago, me chifla regalar trenes de ferrocarril, con vía férrea, con luces, con sonido y hasta con humo. es como si cancelará una vieja deuda. Por familiar Decreto, nunca deberíamos considerar "mayor de edad" a nadie. Con mis 80 años, en "Reyes" me considero casi un bebé. 

Lo malo, mamá, es que tú no estás, desde tu Estrella sólo puedes regalarme: apoyo, consejo y tu inolvidable recuerdo. Me basta mamá. Con ello, rellenas a reventar, mis zapatos, mis botas de nieve, mis babuchas y mi corazón. 

Quiero escribir mi carta a los Reyes Magos. La dejaré en San Vicente, cabe el Belén del Cenotafio, a los pies de San José. Estoy seguro que el buen carpintero no me considere "mayor de edad" para mi petición y deseado regalo. 
Sabes cual es" VOLVER A VERTE YA". Carbón, NO, por favor.



BUENAS NOCHES MI REINA.
QUE TU ESTRELLA NOS GUÍE HACIA TI.

https://www.youtube.com/watch?v=ssF_DX04QzI

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