martes, 28 de junio de 2016

EL ARTE MUDÉJAR.


Mamá, hoy se cumplen 16 meses de tu partida. Mi amada castellana, sí, la de limpios apellidos patronímicos. No así, alguno de los míos, singularmente el de Tejo o "Texu", en asturiano. Ese árbol milenario que daría nombre a uno de mis ascendientes, no cristiano. 

Antaño, moriscos, mudéjares o judíos recibían nombres de plantas, nunca de santos patrones. Aquí me tienes debajo de mi Tejo, hoy, cristiano, antaño sucesor de una aljama o sinagoga.

Felices años, aquellos en los que existía la tolerancia y la convivencia entre religiones distintas. ¿De compras?... Toda la larga semana. Los moriscos cerraban los Viernes, los judíos el Sábado y los cristianos el Domingo. Siempre la Cesta de la Compra llena.

Los moriscos, tenían sus propias leyes y costumbres, practicaban sus creencias. Los mudéjares convertidos, gozaban de tolerancia. Los tiempos,cambiaron, los recelos surgieron y la convivencia se hizo cada vez más difícil.

Aquellas épocas nos legaron magnificas obras de arte. Conjunción única del románico castellano y el arte constructivo musulmán. Se unieron, ambos, en la singularidad del arte mudéjar y en los reinos cristianos de la Península Ibérica.

La llana Meseta, carente de canteras de piedra; rica en yeso, cal y arcillas, sustituyó los bloques pétreos, por el ladrillo recocido en los hornos.

Los moriscos y mudéjares, artistas de la albañilería, levantaron, para los siglos venideros, altas y geométricas arcadas de barro cocido, dotando de nuevas obras de arte a la llanura castellana.

Hoy, bajamos al blog una obra del Románico Mudéjar. "La Lugareja" sita a 3 kilómetros de la Villa de Arévalo.

Su noticia escrita se remonta al siglo  XIII en la que se reseña una Bula de 1.178 otorgada al Monaterio de Santa María de Gómez Román para monjes, quizá Templarios.


En 1.245 es ocupado por monjas benedictinas. Tras ellas, vino la ruina de la edificacion. Últimamente se han realizado obras de restauración de lo conservado.

 Excavaciones realizadas, han mostrado el arranque de lo que antiguamente fueron o serían, sus tres naves.



Lo conservado, muestra 3 ábsides preciosos con arquerías dobladas de ladrillo. Al trabajar con ladrillo, el mudejar, se ve obligado a reducir luces o distancia entre muros ya que la resistencia y soporte es menor que las luces empleadas en contrucciones pétreas.

Sobre el crucero, en su centro, cuatro pechinas ofrecen base a un tambor que corona con un cimorrio contenedor de la bóveda.

Es, pese al  rico mudéjar de Arévalo, su pieza única y primordial.

Y en recuerdo a nuestros antepasados, una imágen del Tejo de Santibáñez de la Fuente. Épocas de las que provienen apellidos como: Centeno, Trigo, Espina, Arroyo, Moral... y una canción de tiempos sefardies.





BUENAS NOCHES, MAMÁ.

https://www.youtube.com/watch?v=Y8TCu-d77Zg


miércoles, 22 de junio de 2016

AUTO DE FE.


Abrimos hoy con el cuadro de Pedro de Berruguete, en el que representa con pormenor, la vieja realidad de aquellos Autos de Fe, afortunadamente relegados a las viejas páginas de la Historia.

Berruguete, natural de Paredes de Nava, descendía de una familia vizcaína avecindada en la noble y antiguamente más poblada villa palentina. 

Parece que el paradeño, no visitó Flandes. Si, viajó a Italia: Roma y Urbino, donde se sintió influenciado por la pintura renacentista que le otorgó un acendrado estudio de la fisonomía humana en movimiento y una idea fija:
reflejar la realidad escénica y costumbrista castellana.

Trasladar al lienzo lo que una cámara fotográfica hubiera tomado.

El cuadro, obrante en el Museo de El Prado, proviene de la Sacristía del Monasterio de Santo Tomás en Ávila. Esta obra, se libró de la Desamortización al ser adquirida para la pinacoteca nacional.

El Auto de Fe, representa la renuncia a la herejía de un tal Raimundo. Por mandato del Papa, Santo Domingo de Guzmán, tuvo que actuar  en el Languedoc, contra la herejía albigense nacida en la población de Albi.
En este cuadro, se representa un auto de fe contra los albigenses también denominados cátaros.

En aquella Cruzada, iniciada por las tropas pontificias y apoyada por los reyes vecinos, existían muchas razones, algunas más políticas que religiosas. El auto de fe, representa un acto consumado en el siglo XIII.

Pedro Berruguete, en su estancia en Ávila, presenció un auto de fe celebrado en la actual Plaza de El Grande. De él, tomó nota para pincelar las curiosas escenas logradas.

Acompañan a Santo Domingo seis jueces, uno de ellos también dominicano. Bajo dorado dosel flamea el estandarte de la Inquisición; Un auxiliar del tribunal, dormita plácidamente, mientras se lee la sentencia.

Al pie de la escalera que da acceso al estrado, otro dominico habla con Raimundo, despojado de la coraza o gorro, tras haber rectificado su postura herética.

Dos condenados a la hoguera, son vigilados por hombres a caballo. Otros sentenciados, con su sambenito amarillo y tocados de corazas, atienden a los consejos de los frailes. El público, bajo el estrado contempla la escena.

Hoy, desgraciadamente, siguen actuando inquisitorialmente, lobos solitarios, que prescinden de: jueces, torturas y escenarios. En nombre de sus ideas, en sus manos un arma de muerte, siegan la vida de inocentes, en pro de sus locos conceptos, contra la forma de pensar de los otros.

La última víctima ha sido la diputada laborista Jo Cox, figura emergente y querida por sus seguidores. Baleada y apuñalada, dio su vida por sus ideas. 

El asesino segó un porvenir que sólo contaba cuarenta y un años.

¿Para qué?. 

Siguen existiendo los autos de fe. Sin estrados, sin contraposición de razones.

 Es un peligro, hoy, ser adalid de una brillante idea. Jo Cox, ha muerto, pero sembrando una forma de pensar y obrar que fructificará.



BUENAS NOCHES, MAMÁ.


https://www.youtube.com/watch?v=FfdffP8baqM

jueves, 16 de junio de 2016

CUMBRE DEL ROMÁNICO. ( IV )

Mamá, aunque estemos, ahora, muy lejos, tú y yo, siempre juntos. Virtualmente, toma mi brazo y demos un paseo - bien acompañados - de nuestros asiduos lectores, hasta la puerta de la Basílica de San Vicente, puerta que dice adiós al Sol, cada atardecer.


El románico, en su parte baja, cimenta la ilusión de hermanar el arte bizantino, dominante en la parte superior. La piedra grisácea del pórtico bajo, sirve de sostén al rosáceo orientalista. Aciertos en cascada, sólo superados por el Maestro Mateo en el Pórtico de la Gloria Compostelano.

La Basílica, fuera de la muralla, todavía guarda aires de fortaleza. Los huecos de sus ventanales están cerrados. Darían luz a su interior, pero - tapiados - daban seguridad y defensa al templo, que a la vez de encerrar sacros tesoros, era sepulcro de: Santos, Nobles e Hidalgos.

Cada linaje abulense, tenía su casa solariega, adosada a la puerta correspondiente en la muralla. Era primordial la defensa.

Las torres de la Basílica  y su defensa, fueron encomendadas a los linajes de Palomeque y  Orejón quienes habitaban la parte alta de éstas o precedentes torres defensivas. 

Como en  Compostela, aquí el visitante, se siente peregrino ante el magno atrio que contempla. No se siente extraño, se entrega, ante la portada, sabiéndose recibido y formando parte, casi actor, en un escenario imanante. Su cámara, una y  otra vez, busca inmortalizar en imágenes lo contemplado, lo sentido y lo vivido.



Cinco arquivoltas, casi labor de platero en piedra, van ganando en talla y trabajo desde el exterior al interior; la tercera - muy dañada - con delicados calados. La arquivolta interior del abocinado arco muestra orientales figuras de gran movimiento, parecen luchar por librarse de la vegetación que las aprisiona



Sobre las arquivoltas, una rica cenefa, larga y estrecha, ricamente tallada con figuras humanas  bajo dosel , da paso a la tribuna superior, como limitando el románico occidental para separarlo del rosáceo sabor oriental, dominante de la parte superior.

El Tímpano de la Puerta Occidental  una singularidad. Normalmente el tímpano es base para una alegoría que rellena, escultoricamente, los límites de su arcada.

 Dos arcos, de extraordinario naturalismo, nos muestran en forma sencilla y docente, dos pasajes de vidas paralelas y distintas, la del rico Epulón - hombre dado a los banquetes y una vida regalada - y la del pobre Lázaro cubierto de llagas.

A la izquierda, Epulón en su palacio y mesa. A la puerta, Lázaro a quien lamen los perros sus llagas.

A la derecha, la muerte de ambos. Epulón, velado por amigos y plañideras. Lázaro, solo en su lecho de muerte. Sobre él, ángeles con alas ascendentes, elevan al cielo su pobre, ya rica, alma.

En esta segunda escena, el autor separa con una raya en relieve, las acciones paralelas y divergentes, señal divisoria de su moralidad enseñante. Siempre el atrio de los templos fue aula docente para el pueblo cristiano. 

Los costados,bajo el tímpano, son toda una apología del Magisterio de la Iglesia. Bajo rico capitel, haciendo parteluz, la figura del Redentor, sedente y en actitud enseñante. 

En las jambas, san Pedro y San Pablo, sedentes también y mirando al mainel.

Ocupando toda la longitud del fuste, ocho apóstoles dialogan, entre si dos a dos, como hieráticas cariátides.  

Descansan sobre los capiteles de ocho columnas, en función de basas para las figuras. Faltan las figuras de dos apóstoles. 

Tan docente, tan enseñante, tan magisterial, esta Portada, da pie a bromear con los dos apóstoles ausentes. Castigados, sin salir al recreo.



Elevamos la mirada hacia lo alto. Ocho arcos hacen bóveda a la tribuna superior descansando sobre otros  cuatro; éstos cegados en labor defensiva. 

El arco frontero, en funciones de rosetón, entrega raudales de luz - a la puesta de sol - tan certeramente calculado - que ilumina toda la capilla mayor. Al contemplar esta tribuna uno cree hallarse en territorio bizantino. 


A lo largo de la Historia, los peregrinos, del Camino a Santiago desde Levante, bajaban desde Tornadizos de Ávila a nuestra ciudad, para proseguir por La Moraña hasta Benavente. Allí se unían a los romeros que subían por la Vía de la Plata hacia Compostela.

Todos visitaban esta Basílica, lugar obligatorio con el templo a Santiago, lleno de conchas en sus muros y centro donde se armaban caballeros los devotos al Apóstol Compostelano.

En San Vicente, sus ojos, disfrutaban de un anticipo al Pórtico de la Gloria. Por ello, cierro este blog con el Himno al Apóstol Santiago.


BUENAS NOCHES, MAMÁ.



https://www.youtube.com/watch?v=idNOftp1RHs   

lunes, 13 de junio de 2016

CUMBRE DEL ROMÁNICO. (III).

Sí, mamá, estoy al día, sé que hoy es la festividad de San Antonio. Sé que en "El Cerro", de soltera, volteaste una vez la campana, pidiendo novio.

Y el Santo, el de los pajaritos, abrió mi jaula y me llevó - para mi dicha - a ti. Gracias San Antonio, me diste compañera para cuarenta y nueve años.

Tras ellos, aleteo solo, entre los plateados barrotes de mi jaula desamparada. Muchos años subimos juntos, con toda la familia, al Cerro de San Antonio. Hoy, ya no, para que llorar.

Hoy, prefiero volver al románico del Cenotafio de San Vicente e Ávila.

 Precisamente, a su estrecho lado oriental. Oriental por la salida del sol. Oriental por las esculturas de los Magos. Magos que según Benedicto, el Papa, no procedían de Oriente. Iniciaron su largo viaje desde nuestro Tartessos primera civilización Occidental, nacida entre Huelva, Cádiz y Sevilla.

Pues: valientes, buscadores de la verdad, caballeros del Guadalquivir, ahí les tienen, en el primer tramo del tríptico escultórico, sobre sus monturas a la vera del palacio de Herodes Agripa.

 Querían preguntarle por el lugar donde moraba el recién nacido Mesías.
Herodes les recibió y agasajó. Les pidió volviesen a su fortaleza, tras encontrar al Mesías, con el fin oculto de liberarse de un serio competidor.

Los Magos, partieron hacia Belén, ignorantes de los malos pensamientos de Herodes, quien ya afilaba sus armas asesinas para deshacerse del recién nacido Rey de los Judíos.



























La tabla escultórica central, muestra con la: naturalidad, la sencillez escénica y el afán docente del románico la pía ofrenda de los doctores de Tarsis, convencidos de haber logrado ver el Sol de su Dios.

El escultor no se arredra en dotar a sus figuras de magnificencia: coronas, posturas, pliegues en las vestimentas. Se olvida del hieratismo románico y se adentra en el regalo de la expresión en movimiento.
Melchor dobla su rodilla, Gaspar y Baltasar, expectantes.

El Niño Dios, como cualquier pequeño - ante un regalo - tiende su mano hacia la ofrenda. María,la madre, centra su mirada sobre el oferente.

Un poco soñoliento, San José. Apoya su rostro sobre la palma de su mano, ajeno a la trama escénica. Debió haber pasado una mala noche. Y es que la NATURALIDAD del Románico es altamente expresiva.

Me encantaría un imposible: ver el croquis ideado, cambiado y finalizado del escultor. Toda una joya maestra.



El sueño es contagioso; cansados de su periplo, los Magos dormitan. Bien arropaditos. Las noches de la Epifanía, en Belén, son más frías que las de Tartessos.

Un angelito, rompe el descanso de los Magos. En sueños, les avisa de las malas intenciones de Herodes. Les indica que no vuelvan a su palacio. 

No deben comunicarle la localización del Niño Dios. Deben regresar a Tartessos por otro camino.

Todos sabemos de la furia del Agripa. No pudiendo localizar al Mesías, segó la vida de todo niño menor. Los Santos Inocentes.



Mamá. Como es la festividad de San Antonio, el cumpleaños de tu difunta Madre y, todas las localidades segovianas de: Ituero y Lama, Zarzuela del Monte y Vegas de Matute, estarán de romería en San Antonio del Cerro. Os dedico a ti, Mamá y a mi querida suegra, Milagros,
la popular canción de Los Pajaritos. Ya que no podéis entonarla aquí abajo, cantarla conmigo, desde allá arriba.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.
BUENAS NOCHES, ABUELA.


https://www.youtube.com/watch?v=BP6WzX_ZVs8





domingo, 12 de junio de 2016

EL ARCO NUNCA DUERME.

Mamá, cientos de veces, acompañado por ti, hemos asistido juntos a la Basílica de San Vicente, para conmemorar, cristianamente,  los decesos de los nuestros.

Cientos de veces, a tu vera, he elevado hacia las bóvedas del templo mis ojos. 

Siempre me maravillaba el cambio sorprendente del románico, dominante hasta el triforio, por el naciente gótico de las bóvedas.

Y es que, como tú, ligera de sueños, un arco nunca duerme. Siempre sigue trabajando. Tras siglos, sigue empujando desde la piedra clave, a través de las dovelas, sus toneladas de fuerza hacia los machones. 

Éstos, contienen el empuje y con su contraposición, logran el necesario equilibrio que precisa la fábrica constructiva.

Para mi, creo que la estable belleza de estas nervaduras, formadoras de la bóveda de crucería es obra del Maestro Giral Fruchel.

Me atrae el alto final de la columna románica. Justo allí, la columna forma un capitel al que, oblicuamente se adosan - a ambos lados - dos bases o ménsulas, que dan pie o estribo, al inicio de los arcos ojivales.

Los vanos, entre arcos - la plementería - está solada por la piedra rojiza de las canteras de La Colilla, logrando un dorado ambiente - más que eclesiástico, monacal -. Sobre la plementería  la argamasa de cal y ceniza de, aproximadamente, unos  doce centímetros

Hoy, existen farragosos cálculos constructivos para atrevidas estructuras arquitectónicas.

 En aquella época, era la experiencia del Maestro quien en base a la medida de luces ( distancia entre pilares ) adecuaba los machones precisos para sostener y equilibrar el empuje del arco.

Experiencia, basada en la observación de obras similares que resultaron equilibradas y en obras sin equilibrar, que provocaron el desplome.

Las dovelas tienen forma de trapecio isósceles. Sus caras paralelas tienen distintas longitudes: más larga la superior, menos longitud en la inferior. 

Sobre una cimbra de madera se van colocando una tras otra lateralmente. La dovela superior es la piedra clave. Se las fragua con la argamasa y, tras - a veces, años - se retira la cimbra sostenedora. Desde la dovela clave, se transmite al resto de dovelas la fuerza, el empuje del arco, hasta las dovelas basales. Allí, es donde los machones o estribos contienen el empuje del arco y se logra el preciso equilibrio.

En la siguiente imagen, exterior de la Basílica, - sobre la cubierta - se aprecian los contrafuertes que ascienden, laterales a las ventanas de luces, soportantes del empuje de sus arcos pro-góticos.

Fruchel, logró el equilibrio de la bóveda sin aplicar arbotantes.

Pero el arco no duerme, el paso del tiempo, la fuerza de las ojivas -despierta tras siglos - su insomnio, obligó en la cara norte, a añadir desentonantes contrafuertes de granito gris.

Y es que el cemento romano: ceniza + cal, la mayoría de las veces es eterno, incluso bajo el líquido elemento. Más duradero, más resistente, menos contaminante que el Portland actual. 

Contrafuertes, pilares, plementería, se nos muestran, a la vista con la piedra labrada y lisa. Interiormente, cantos informes cubiertos de la argamasa romana, siguen fraguando, por los siglos, para la posteridad.

BUENAS NOCHES, MAMÁ. MI BELLA DESVELADA.


https://www.youtube.com/watch?v=-u-w9n2QFtI

jueves, 9 de junio de 2016

SE HACE ARTE AL ANDAR.

Mamá. Nos conocimos al andar. Nuestro caminar juntos edificó un templo de amor que, cada noche, en la oscuridad, palpo sus pilares por desear abrazarte. Tú, fuiste la piedra clave de nuestro arco familiar.

"Se hace camino al andar". Son los caminos abiertos al viandante quienes le ofrecen: vida, paisaje, compaña y nuevas formas para el Arte.




En los inicios del siglo once
se abre una nueva etapa
los hombres guerrean
aunque muchos labran.

El feudalismo se impone
grandes señores marchan
a tierra de nadie, frontera
donde su valor alcanza
concesiones reales
castillos y posesiones.

Otros, segundones,
abrazan la vida monástica.

Vuelcanse en Grecia y Roma,
en disfrutar su sapiencia,
en copiar, con paciencia,
sus textos y sus redomas.

Se abren nuevos caminos,
muchos, dejan su huella,
romance en estrellas
a Santiago, peregrinos.

Entre los llegados,
Geometras, Maestros,
hombres siempre diestros
en copiar lo contemplado.

Lo contemplado en Lombardía,
lo avistado en Borgoña.
En su mente lo traían
para esculpirlo un día.

Este blogista pide confesión
lo que seguidamente narra,
es piedra sobre la alcazaba
forjada por ilusión.

En la Venta de Arévalo
varios carros paran,
bajan hombres risueños,
rubios, ojos azules,
manos laboriosas
encallecidas de labrar rosas;
un alarife los manda

¡Reinaldo, vigila la carga!
cinceles, punteros y mazas, 
con las gubias, son nuestra vida,
en ellos va nuestra esperanza.

En la Venta espera
desde el amanecer
Rodrigo Jimenez de Rada
Obispo, consejero y amigo
del gran rey Alfonso VIII
perdedor de Alarcos
y vencedor de Miramamolín
en las Navas.

El alarife bogoñón
es el Maestro Giral Frunchel;
en la Venta entra
para recibir encomienda del Rey

Besa la mano al Obispo,
presenta a su Eminencia
a Otón su geómetra en ciencia,
Reinaldo maestro escultor
Dagoberto el croquizador
y el maestro cantero Crispo.

El resto de oficiales
pasa, saluda y aparte, 
pide vino de Madrigales
y falan con las mancebas
por las que suspiran,
porque les gustan, bellas y morenas.

El de Rada, obispo y soldado,
dice misa y lucha a caballo.
A Fruchel se dirije para decirle,
vuestra fama de buen alarife
hasta la Reina ha llegado.
por ello Su Majestad
Alfonso el VIII
a petición de la Reina
varias obras os ha encomendado.

Doña Leonor Plantagenet,
Su Majestad, me ha rogado
encomendarme el honor, el recado
de lo que Ávila precisa.

Encajar en la muralla
un cimborrio romanista,
cabecera clasicista,
que eleve al cielo la plegaria
y con sus almenas, cuidarla
de los ataques sarracenos.
Bastión defensivo,
refugio peregrino
oración y destino defensivo.
Tras ello, concluído,
la nueva Catedral planificar.

Doña Leonor, 
venera con devoción
a San Vicente y sus Hermanas,
por ello pide un singular panteón
para que el pueblo abulense,
tenga siempre presente
a los tres Hermanos
por martirio, abulenses
y por cuna, talaveranos.

Estipendios no han de faltar,
el canónigo tesorero
cuenta con bienes suficientes:
limosmas, estipendios y diezmos
que permitiran los trabajos afrontar.

Y, como no, la fluída, 
por piadosa querida,
donación Real.

Es más, labor no os ha de faltar.
Un pequeño templo
fuera de la muralla
para culto y alabanza
a San Isidoro.
Su cuerpo alli reposó
camino del reino de León.

Otro templo extramuros,
en piedra de La Colilla,
que muestre en capiteles
el esplendor de Castilla.

El de Rada, la encomienda Real entregó.
Rodeado de su mesnada, al alarife despidió,
cabalgaba brioso alazán.

Giral Fruchel, alzo su brazo
tremulando un cálido adiós
mientras vociferaba.
Con obispos así
vestidos con alba o peto
esta tierra es de respeto
para la obra del mejor alarife.

Cuadrilla, corramos, volemos,
la Historia nos consagra
en la Ciudad de los Caballeros.





BUENAS NOCHES, MAMÁ.

https://www.youtube.com/watch?v=a3-wTBqoNlU



lunes, 6 de junio de 2016

CUMBRE DEL ROMÁNICO. (II)

Volvamos a la Basílica de San Vicente, frente a la puerta en la muralla del mismo nombre y dedicación. 

Entramos por la puerta de Poniente, escoltada por los doce apóstoles. 

En su tímpano, la piedra nos muestra la escena de la parábola sobre el rico Epulón y el pobre Lázaro.

Nos adentramos en el templo y nos dirigimos a contemplar el lateral sur del Cenotafio de San Vicente y sus hermanas.

Frente al cenotafio, en el suelo, la huella de la mula que transportó el cadáver de San Pedro de El Barco hasta esta basílica. El sepulcro del ermitaño barcense, la inscripción que señala el enterramiento del judío arrepentido de sus burlas hacia los Mártires y constructor del primer templo a Vicente y sus hermanas. 



Nuevamente, dos escenas separadas y, a la vez, agrupadas por la supresión de una columna helicoide, sustituida por una jamba pétrea que une la escena del despojo de vestiduras a los Mártires y la escena
de su tormento.

Vicente y Sabina son arrastrados por sus cabellos a la sala de torturas. Cristeta, es despojada de su túnica por un verdugo. Tres figuras estilizadas, primorosamente talladas por el autor, quien se vuelca con delicadeza mostrando la desnudez de los cuerpos. Dicha delicadeza, contrasta con la indiferencia de los verdugos y su insistente
demostración de fuerza, acrecida en la talla de sus cotas de malla. 

Bárbaramente azotados, orden del irascible Pretor, fueron torturados en el potro. Sujetos por el cuello con una horquilla inmovilizadora, manos y pies en el cepo aprionador del aspa martirizadora

Descoyuntaron sus huesos entre las alabanzas que los Mártires proferían a su Redentor. 

Siempre me ha impresionada la serena mirada de Sabina y Cristeta, sus españoles ojos, parecen inexpresivos, más bien estoicos. Bellos ojos de mujer ibérica, oferentes hacia su Dios. Ojos, cual un mar
sereno, en entrega total a su Protector.


Esta valiente postura, encorajino a Daciano.  Dispuso que sus cráneos fuesen machacados, con gruesas piedras, entre maderos; que sus cuerpos fuesen arrojados a la oquedad del berrocal para pasto de las aves carroñeras.

La tradición, cuenta que mientras se cumplían las órdenes de Daciano, por allí en escena, interviene un judío, mofándose de los Santos Mártires a los que increpaba y afeaba su confesión cristiana.

Los ángeles, se llevan al Cielo las almas de los tres hermanos, en una blanca barca de lienzo. 


El judío, despidió a los verdugos y permaneció largo tiempo, solo con la finalidad de seguir sermoneando a los cuerpos, ya sin vida, de los Santos.

Quizás, esperaba contemplar como los buitres desgarrasen los cuerpos.


Los buitres, no aparecieron; si se alzó, sobre el judío, una enorme serpiente, procedente de una hura, donde tenía su madriguera, entre el berrocal.

Se enroscó sobre el  cuerpo del sionista, hasta casi asfixiarle.


Entendió el hebreo que el letal abrazo del ofidio, era un divino castigo a su mal proceder.

Arrepentido, suplicó a Vicente y sus hermanas le ayudasen en tan mal trance. Prometioles edificar un sencillo templo donde guardar sus cuerpos y venerarles.

En está última escena aparece el convertido semita, sellando los sepulcros de Vicente, Sabina y Cristeta.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.

A tu mirada española y la de Sabina y Cristeta, esta bella canción.






https://www.youtube.com/watch?v=TjOvH8pE1ek


Varias imágenes están tomadas desde Google. En respeto al derecho de sus autores, anularé las que  se me notifiquen como uso indebido. Gracias.








sábado, 4 de junio de 2016

CUMBRE DEL ROMÁNICO. (I)

Bajo el arco toral del transepto en la Basílica de San Vicente, se ha llevado a cabo una laboriosa restauración con los medios más adelantados y con la intervención de más de cincuenta técnicos.

Me estoy refiriendo al Cenotafio de los Mártires: Vicente, Sabina y Cristeta. 

Eran tiempos del emperador Diocleciano y su Pretor en Hispania y Lusitania, Daciano, siglo III.
Hombre cruel, al cuidado de las levantiscas fronteras a él encomendadas. Daciano, veía subversivos súbditos, especialmente en los practicantes del cristianismo. Dejó regueros de sangre  en numerosas localidades, especialmente entre los seguidores de Cristo.

El Cenotafio es una lección magistral sobre el martirio de San Vicente y sus dos hermanas, a él encomendadas por sus padres. Este monumento, expresa en piedra dolomíta (carbonato de calcio y magnesio), con la naturalidad y siempre docente, del románico, las escenas del prendimiento, prisión, huida, persecucion y martirio de los Confesores.

Para mayor expresión magistral, el Cenotafio parece fue labrado por un taller itinerante, otros lo atribuyen al Maestro Fruchel en la segunda mitad del siglo XII. Fue policromado inicialmente. 

Repintado en 1470 a causa de las dudas del Obispo Martín Vilches sobre si los restos de los Mártires, obraban en la oquedad roqueña donde fueron arrojados.

Los restos, tras el martirio fueron arrojados entre las breñas del berrocal, roca visitable desde la cripta de la Virgen Soterraña.

Al quedar Ávila en tierra de nadie tras la invasión sarracena, el rey Fernando I, los trasladó a Covarrubias. De allí pasaron al Monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos) y tras la ruina de este Monasterio, fueron depositados en la Catedral de Burgos. Por fin, reposan en el Altar Mayor de la Basílica, bajo el ara.

Ante la duda del Obispo Martín Vilches, desconocedor del periplo de los restos, éste mando levantar la losa obrante bajo el Cenotafio. Introdujo su mano, palpándo la tierra húmeda, al elevar su mano, la encontró manchada de sangre. Tras ello, como reparación a su curiosidad malsana, levantó el baldaquino que corona el Cenotafio.

Describamos los hechos relatados en piedra figurantes en el lado sur del monumento.



Apresado San Vicente, es conducido ante el Pretor maniatado.
El Pretor, coronado, le exige que renuncie a su fe cristiana y ofrezca sacrificios al dios pagano Júpiter.

La naturalidad de la escena nos muestra a un Daciano complaciente, muy seguro de lograr sobre el apresado su renuncia a Cristo.

El artista, desde el inicio de las escenas ya se ocupa de centrar una aureola tras la cabeza de San Vicente, para señalar su identidad al contemplante.



Dos esbirros, armados, conducen al Santo a su calabozo, Vicente sigue maniatado.

Uno de los esbirros hace ademán de  arrastrarle, esforzado, hacia el encierro.

El otro, con cara sorpresiva y dedo índice,señalante, muestra la huella dejada por Vicente sobre el solado pétreo del piso-

Esta Basílica, es la de las huellas. Una la aquí indicada. Otra la de la Mula que transportó el cadáver de San Pedro del Barco hasta esta Basílica.




Sabina y Cristeta, también aureoladas, visitan a Vicente en su encierro.

Desconsoladas, su vida y cuidados están otorgados por sus padres a Vicente; le animan a huir, a abandonar Ávila y morar en otro lugar, lejos de Daciano.

El escultor, enaltece los gestos y posturas suplicantes, especialmente en la cariñosa y arrodillada Cristeta.

El rostro de Vicente, dolido y pensativo, parece volcarse en afecto hacia sus hermanas y sus razones.

Finalmente, huyen.




Daciano es informado por su carcelero de la huida de Vicente. Con gesto preocupado, se mesa la barba; autoritario, ordena a sus soldados la persecución del Mártir y sus hermanas.

Tan autoritaria orden es atendida urgentemente. El soldado que la recibe, besa la mano del Pretor en señal de aquiescencia; su compañero, a caballo, ya está ofreciendo las riendas de la segunda montura para iniciar, cuanto antes, el seguimiento de los tres hermanos.





En esta escena, última por hoy, la naturalidad románica sustituye, más bien esconde, la columna de la izquierda por la  hoja de una puerta ornada con artísticas bisagras. Queda muy claro, al espectador, que se trata de una salida desde un recinto vigilado, hacia el campo exterior.

Vicente, en plano interior, inicia la marcha, su hermana, cabalga tras la columna en segundo plano. Finalmente, Sabina intenta crear un primer plano, aunque el casco delantero de su montura se esconde tras la columna helicoide.

La obra y su labor docente es genial. Nos permite, sin prosa narrativa, conocer, adentrarnos y sentir las escenas, cual actores intervinientes o presentes en la acción. Toda una saga casi televisiva: argumento, paisaje, actores, semovientes y... como siempre los Buenos y los Malos.


BUENAS NOCHES, MAMÁ.


https://www.youtube.com/watch?v=sGr6B6Rp4PU