jueves, 31 de diciembre de 2015

2015 DOS UVAS, DIEZ ESPINAS.

Queridisima y hoy, especialmente recordada mamá.
No he podido resistir el deseo de subir hasta tu nicho. De allí vengo; visitarte me reconforta, decirte allí que te quiero, me serena e inunda mi soledad, llenándola del regalo amoroso y confiado que - callando-transmitían tus achinados ojos.

Para mejor hablar contigo quiero insertar aquella imagen, en Coruña, de tu habitual llamada telefónica, llamada que hoy echan de menos quienes, tras irte, te siguen queriendo. Una de ellas, anónima, hoy había colocado el calor de las flores bajo la niebla que bañaba tu nicho. Con esta vieja imagen, tan vieja que he tenido que retocarla, me encanta relatarte, de bis a bis, mis cuitas de Nochevieja.

Hoy, he querido estar solo, solo pero contigo, los dos solitos, diciéndote lo que te quiero y escuchando -desde lo profundo- lo que tú decías a tus hermanas. -Miedo a la intervención no tengo, espero que todo salga bien para atender a mi esposo. Me necesitará mucho cuando le sustituyan la válvula aórtica- mamá, te fuiste pensando -como siempre- en los demás. Sé, que cuando te necesite, tú mi vida, estarás cabe mi persona, y si me voy, me iré gozoso hasta ti para no separarnos ya, jamás.

Sabes que era poco aficionado a las doce campanadas, las doce uvas y el nacer de un nuevo año. Nunca me agradó el dividir la existencia en medidas matemáticas: horas, años, siglos; para mí, la vida de cada ser es una continuidad con principio y fin, sólo dividida por las etapas que marca el mismo ser: nacimiento, infancia, juventud,madurez, senectud y adiós. Este año reniego, una vez más, de las doce campanadas, máxime por el deseo ingrato hacia el 2015. Año para mi infausto, sólo me regaló dos uvas (enero y los 28 días de febrero en que te tuve cabe mi). El resto, diez espinas clavadas en mi ser, recordándote a ti, mi rosa más querida.

Comprendo que la mayoría celebre las nuevas campanadas del 2016 con la alegría ilusionada del eco del bronce.
Qué cada son les llene de esperanza, de vida, de fervor hacia una nueva etapa, matemáticamente medida por el reloj de "Sol". A muchos, como yo, la sonoridad del bronce de 1880 de "Sol", desgranando las campanadas de 2015 les habrá sonado hueco en sus vivencias anuales, alguna campanada se trocó en punzante espina.

Clavadas las espinas de la rosa perdida, te hundes en la soledad. Descubres a las personas que realmente son solidarias. Quizás, de quien más esperabas, les ves alejados de ti, refugiados en la malla de su personal aislamiento. Otros, de quien menos esperabas, los ves pegados a tu lado, apoyándote y animándote. Y otros, junto a ti en todo, brindándote su cariño, su persona, su preocupación y su total apoyo. En horas de soledad, de punzantes heridas, conoces y descubres a quienes te desean lo mejor; -camina, camina, sigue adelante.-

De las heridas espinosas he aprendido mucho, a llenar mi soledad de esperanza, a conocer que la vida es un breve soplo. A reconocer el valor de lo vivido contigo. A valorar -en cabal medida- nuestro amor, el tuyo hacia mi y el mío, adoración, hacia ti. A agradecer 48 años de matrimonio, unidos por el desvelo compartido entre dos. Lo que antes considerabas: normal, diario, banal, hoy lo tasas en oro de ley.

 Cada espina que me quito es un grito contra mi mismo. No supe valorar lo cotidiano. Hoy lo considero un arcano perdido, por mi minusvalorado entonces. Mi primordial enseñanza, desde que te marchaste, es aprender a valorar y tasar lo nimio de cada día, de cada ser querido. Más vale tarde que nunca. He vivido junto a un tesoro de virtudes y entrega total, sin darme cuenta de mi riqueza.

Mamá, querido lector, en esta noche de sonoras campanadas, de deseos de felicidad para todos quiero, no puedo renunciar a ello, insertaros una sentida romanza del Maestro José Serrano, de la zarzuela "La Dolorosa". Compuso esta obra tras la muerte de un hijo. Su música, en la "Roca Fría del Calvario" siembra y expresa la grandeza del dolor de una Madre ascendiendo por un camino de espinas hacia su Hijo para, muerto, apretarlo en su regazo maternal.

Que el 2016 nos otorgue un camino sin espinas, y si alguna se nos clava, sigamos caminando, subiendo nuestro calvario: doloridos pero esperanzados.

MAMÁ, SIEMPRE FUISTE GRANDIOSA EN TU VIDA CONMIGO. PERDONA HABERTE MINUSVALORADO.

BUENAS NOCHES, MI NIÑA.

https://www.youtube.com/watch?v=E7Xv_WkHiGE

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