sábado, 6 de febrero de 2016

TE QUIERO...COMO LA TIERRA AL SOL.

Desde lo profundo de mi "pachucho" corazón, lanzo hasta tu estrella, mamá, mi desgarrado lamento. Te quiero, mamá. Mi lamento, hoy mil veces repetido, se despega, se arranca violentamente -lloroso e imperante a la vez- del halo en que me envuelve la por mi temida soledad.

!Mamá!, Mamá!, me repito por el pasillo de casa, pasillo que, sin ti, cada día me parece más largo. Este lamento, suena en nuestra alcoba, en el salón, en cada habitación. A veces, atenúo el tono de mi invocación, por temor a ser percibido por nuestros vecinos.

Hay días, muy malos en recuerdos y sentimientos. Hoy, ha sido uno de ellos. El Carnaval y sus días festivos. Hasta el próximo miércoles, no  contaré con la presencia de mis hijos, mis nietos, mis allegados. Solo, sin hombro en el que apoyarme, perdido en mi halo de soledad. Yo, y tus recuerdos, mamá, estaremos solitos.

Mi memoria, escenificará una vez mas, las nueve horas de espera nerviosa, para oír el informe de los cirujanos, tras la intervención que soportaste: resección de 3 centímetros del final del esófago, eliminación del estómago, colocación de parte del colon para sustitución del estómago, y finalmente unión al intestino. 

En mi soledad, estos días, recordaré el impedimento que una enfermera de la 3ª Planta me impuso para evitar mi presencia en el protocolo de colocarte en un arnés y moverte con una grúa. En una de esas maniobras dejaste inundado de líquido hemorrágico el arnés. Respetuoso siempre con las indicaciones del personal sanitario, ahora me asalta la duda de un protocolo mal efectuado. Tenía que haber desobedecido a la oronda y autoritaria enfermera y haber estado presente. 
 A fin de cuentas, eso u otras causas, nos separaron. Ni un maldito informe tengo de los hechos causantes de tu partida. Así, una duda menos entre las varias que me asaltan.

Te fuiste como un ángel, sin un mal quejido, sin mostrar dolor. Antes de tu partida, días antes,  -manifestaste por teléfono a tu hermana- el deseo de salir con éxito de la intervención quirúrgica.
-Mi esposo, me necesita, le tienen que cambiar la válvula aórtica y tengo que estar a su lado- .
Te quiero mamá, eras grande. En vez de pensar en ti, tenías puestos tus anhelos en servirme a mi.

Desde que tuve la suerte de conocerte, nos hemos apoyado, querido y servido, el uno para el otro. Por ello, me horroriza un futuro de solitario, ojala corto, sin ti.

Mañana, sábado, bajaré a la compra con tu carro, otro recuerdo tuyo. Allí: carniceros, fruteros, cajeras y empleados me tratarán con mimo; me darán calidad, me proporcionarán ánimo, me aconsejarán. Te recuerdan como su mejor clienta: exigente con el producto y amable con el vendedor. Solo por ti, por el respetuoso recuerdo que de ti guardan en su memoria, se vuelcan conmigo. 

Deseo que este Carnaval pase velozmente, como las apretadas isobaras que presagian veloces vientos. Temo la soledad, me abruman los felices recuerdos. Estoy deseando, abran los Colegios para recoger a Darío, mi eterno acompañante en nuestras comidas.


Entretanto, unos días solitarios. Sólo el teléfono me aliviará. El teléfono y mi "León"- fiel automóvil- que me lleva, los festivos, hasta nuestra charla ante tu nicho. Mi "León" y yo, echamos de menos tu presencia en el asiento del copiloto. Tu alfombrilla, como siempre: limpia, inmaculada; la mía, para no perder la costumbre, llena de chinatos, pajitas y huellas. Ambos rodamos miles de kilómetros, siempre juntos, con nuestros niños. Destino principal: nuestras familias, nuestro amor a la costa, nuestras montañas. 

Y es que tu recuerdo inunda todo lo que veo, toco o uso. Tu
 presencia llena todo lo que tengo, todo lo que tú, mi vida, me has dejado.

Mamá, ayúdame en estos días de soledad.

Buenas noches. Te quiero.

   https://www.youtube.com/watch?v=6garBG3CSx4






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