jueves, 14 de abril de 2016

DE NUEVO AQUÍ. CONTIGO.

Mamá, de nuevo aquí, en casa y entre tus cosas. Te cuento, pormenorizadamente, mi corta estancia en Salamanca con el fin de que me practicasen un cateterismo cardíaco.

Como preparación al viaje, buscas en Internet "cateterismo" conversas con el tío Pablo, paciente de dicha intervención hace 16 años. El pobre Pablo, estuvo, tras la intervención, 16 horas tendido en cama hospitalaria, vendada la ingle, sin mover un músculo hasta que la incisión abierta en la femoral cicatrizó.

Por ello, comencé a preparar mi maletín, bueno... el tuyo mamá, que es un poco mayor en capacidad, apropiado para una estancia hospitalaria de 48 horas.

Comencé a escribir la lista: calcetines, pañuelos, ropa interior, paño de aseo, afeitadora, útiles, de aseo para los dientes, zapatillas, bastoncillos, radio-transistor contra el aburrimiento, medicinas, tarjetas, historial médico, teléfono móvil... el maletín a rebosar.



Mi pesado y paseado maletín, de aquí para ya, de sala a quirófano, de ascensor a planta, permaneció con las cremalleras echadas, no se precisaba habitación.

 Las temidas 48 horas se achicaron hasta el número cinco: una hora de trámite admisión, otra hora de esperas, quince minutos de intervención, y el resto, cómodamente sentado, aprisionada la muñeca por una pulsera plástica y presionante sobre la incisión, a esperar la cicatrización.

Me impresionó la estancia en quirófano. Pantallas a mi izquierda, un captador de imágenes sobre mi pecho. El equipo médico vestía  su ropa verde de quirófano, por encima de su vestimenta, un chaleco y una falda, ornados de dibujos orientales sobre su cabeza un turbante; al verles, creías estar ante unos aguerridos samurais. La pesadez de esta vestimenta me lleva a creer que estaba destinada a protección contra radiaciones.

De repente el equipo hemodinámico, me rodea. El Doctor indica a Raquel Polo -Acercame la radial-  Este sufrido paciente que ha visto en talleres lo que es una radial, se pone a la defensiva.

El Doctor me pregunta. ¿Qué tal Victoriano, se encuentra bien?.
-Doctor, temblando como un flan, es mi primera vez en estas lides-
Agradable, simpático y amable, el Doctor - socarrón él- me comenta
-¡Qué coincidencia Victoriano!. La mía, también es la primera vez.

En serio, no le creí, estaba seguro que era su enésima vez.
Su graciosa respuesta, su continua conversación me inundó de confianza. No se precisaba anestesia, si fuere precisa, sobraba; el Doctor y  la confianza que inspira, hubieran retirado de mi cualquier necesidad sedante.

Mientras me introducían los catéteres, podía contemplar en la pantalla un hilo de pescar, provisto de curvo anzuelo que, invitaba a picar a glóbulos claros y oscuros mientras subía y bajaba. Me practicaron la intervención por el brazo, ni un dolor, ni el más leve rozamiento.

Así que, a las cuatro y media de la tarde, vuelta a casa y es que como en la castiza "Verbena de la Paloma" HOY LAS CIENCIAS ADELANTAN QUE ES UNA BARBARIDAD.


Para mi intervención valvular me he prometido que acudo a la cita en pijama, sin maletín. Hace 50 años, el médico de cabecera de Navarredonda de Gredos, realizaba su ronda de visitas a los pacientes, en pijama y a lomos de su montura.

Cómo cambian los tiempos. Antes eran una barbaridad.


BUENAS NOCHES, MAMÁ. !CHULAPONA!


https://www.youtube.com/watch?v=1nRToj_vECM


  

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