MONET. |
Mamá, mi primo Carlos, ha perdido a su esposa María, a los 84 años. Ambos, en silla de ruedas en una Residencia de Valladolid. Carlos, no quiere hablar con nadie. Le entiendo. Alegre, chistoso, sociable. Tras la muerte de María, le sobran las palabras de otros, precisa concentrarse en su triste sentir. Como yo, quiere llenar su fallido socavón, sin la pala amorosa en que siempre se apoyaba. Sin tierra entrañable con la que cubrir tan hondo hueco.
Hoy, por fin tomé mi " Seat León" y pude subir a veros. Os lo describo a mi manera, sin prosa, casi en verso, aunque no presumo ni me tengo por poeta. Perdón por el atrevimiento. Disculpad mi osadía; en este día me puede más el verso sin métrica, la libertad de expresión, el soñar del amor, que la narración.
Tras la fría ola de estos días
lamentaba la imposible subida
de mi "León" para verte.
Sola, entre la nieve, te imaginaba,
sobre la de tu hijo, tu lápida inerte.
A ambos, soñaba solitarios
entre tantos idos acompañados,
bajo el viento, el soplo helado
y, por mi, desamparados.
Hoy, luce el sol,
puedo subir a veros,
palpar con mi mano
el granito de tantos recuerdos.
Llego, aparco, desciendo.
Del Camposanto abro la puerta.
Titubeante, piso la hierba.
Marco mi huella sobre el deshielo.
Ladeo la tumba del Abuelo,
doblo la sepultura de Carmina
y raudo, mi corazón se encamina,
pisando nieve, a vuestro nicho solitario.
Como, cada día, cargado con el madero
de mi ya, largo, casi Calvario y sendero.
El sol, me cegaba,
nunca soñé lo que vi.
El Camposanto, ante mi,
era un enorme trigal.
Plantío de conocidos,
amigos y compañeros,
viejos desaparecidos,
de sol a sol, trabajados.
Con la luna, abandonados,
bajo las estrellas, callados,
pero juntos, hasta el amanecer.
Ante mi, el trigal de sus vidas,
calladas, silentes, sufridas.
Y, con ellos, mis amapolas queridas.
Mi Álvaro y mi esposa perdida.
Dos amapolas hermosas
luciendo primorosas
entre el dorado trigal.
En Junio las trae el viento,
hoy, en abril, imposible.
Pero, las veo, las siento.
¿Sueño?, ¿espigas, amapolas?.
Lamento, sólo por mi,perceptible,
bajo un sol de piedad.
Las veo erguidas,
por encima del trigal,
como el cuadro de Monet,
tiñendo de rojo, el oro rompéis.
Cual monaguillos jubilosos,
tras los oficios, gozosos,
brincando los oros de rojo,
Mis amapolas.
No me atrevo a cortaros,
prefiero, en el trigal dejaros,
por si, pronto,
por si, más largo,
cualquier día, me recibáis,
BUENAS NOCHES, ÁLVARO.
BUENAS NOCHES, MAMÁ.
Amapolas, no viváis tan solas.
Volvamos con "Niko" al Campo. A pasear.
https://www.youtube.com/watch?v=4CuYExEPMSQ
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