martes, 26 de abril de 2016

TORNA A SURRIENTO.

Imposible, Mamá, dejar de recordarte. 

Es una necedad pedirte que vuelvas, que tornes. Sé que tengo que bandearme solo. Poco a poco voy tomando las riendas de mi nueva situación. A veces, me apoltrono, no me decido a dar el paso. Lo dejo, lo demoro. Luego, al reaccionar, se me juntan todos los pasos no dados y me siento impotente ante el cúmulo de soluciones a tomar.

Es entonces cuando en mi memoria musical me suena la melodía napolitana de "Torna a Surriento".

Hace años Sorriento municipio de la Campania italiana, ofrecía un aspecto deplorable. La canción de Ernesto de Curtis, pedía con voz de tenor, la  vuelta a la ciudad del político apellidado Zanardelli. Ponía en él la esperanza de renovar el esplendor de antaño.


Hoy, me han anunciado la invitación a una ceremonia familiar.

Yo, me creía casi preparado para afrontar mi viudedad. Pero no. Necesitaba, Mamá, que volvieses, que me abrieses los armarios de mis trajes, que me eligieses uno apropiado; vana ilusión. Estoy solo en Sorrento.

Perdí doce kilos de peso desde el inicio al fin de tu partida. He recobrado cinco. Compré vestimenta de calle, adecuada a mi pérdida; salte de la talla 50 a la 46 que, por cierto y con mi recuperación de peso, ya me resulta ajustada. Necesito ayuda adecuada a estos fines, no la tengo.

Todos mis trajes bonitos son para mis antiguas hechuras. Me niego a vestir o comprar uno nuevo. Total para un día. Solo Dios sabe cuando tendré otra ceremonia que exija ir trajeado.

Sé que es inútil, pese a mi grito de "Torna a Sorrento", que vuelvas. He descolgado del armario un traje "beis" que... disimulará, bajo la chaqueta, los pliegues que el cinturón manifieste.

Mira por donde una nueva e inesperada situación acrecienta mis quejas de soledad, mi "echarte de menos" a cada sorpresiva circunstancia.

Podía optar por renunciar a la ceremonia, pero mi querida sobrinilla no me perdonaría el ausentarme de su Primera Comunión.

Es triste perder a tu esposa. Nuestra mano derecha en el Hogar. Uno, tras su partida, no se convierte en zurdo, más bien, como Cervantes, en manco.

Tus armarios, Mamá, tus dominios, tus cosas y las mías. No me resta otra salida que abrirlos, descolgar trajes, airear el olor de naftalina, elegir uno, ponérmelo y... de mirarse al espejo... na de na.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.

https://www.youtube.com/watch?v=oHiIiCSn9G8


Imágenes tomadas desde Google. Respetando el derecho de sus autores
anularé las que me notifiquen como uso indebido. Gracias.

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