A ESAS ESTRELLAS MENTADAS POR DARÍO.
Cuando a mi trabajo acudo / tren mítico de las seis y media / en la fría y oscura noche / marinando el hielo -parpadean- / frías e insensibles /atrevidas y eternas / de mis muertos, las estrellas.
El tren arranca./Tras la ventana / las luces de Ávila pasan/y en Rivilla, poco a poco/ sus destellos, me dejan,... se retrasan.
Dan entrada a la oscuridad/ al pórtico negro, misterioso/ que, en la venta de las Doce y Media/inicia el somonte encinoso.
La luna, en lo alto, / cada curva juguetea/se va, viene, /se marcha y llega/salta desde El Gansino, /vuela a las Doce y Media.
El albor del día, tímido asoma/en las vías de Guimorcondo/dibujando, leve y cálido, el contorno de los altos de Valderrosa.
Dos, cuatro, seis lucecitas asoman/candilejas entre tanta negrura/testigos nocturnos de vida/muda, callada/pegada, mas que que abrazada a la rural espesura/
Dos, cuatro, seis lucecitas palpitan/según las cuento, se me clavan/según las miro, se me escapan/pues con ellas, mi alma se queda/mientras mi tren se marcha.
Lucecitas de Tornadizos/el tren parar quisiera/frente a la Casa de la Era/y junto a Los Agualinos/clavar allí mi destino/hasta terminar, viejo y
cansado/las pisadas del camino.
Camino de mis ausentes/por él me habéis adelantado. /Aalgún día/- ojala pronto-/he de alcanzaros.
Dos, cuatro, seis lucecitas asoman/hasta el amanecer encendidas/tímidas sobre la loma/cual faros para mi barco/ en su camino al camposanto.
Gracias, lucecitas fieles/cada madrugada os deseo/pues desde el tren adivino/por vuestra luz tachonado/el sendero escondido/ que sube donde duermen / quienes se marcharon/ Tú mama, Godo, Carmen y Milagros/Cirilo y mi muy querido hijo Álvaro.
En tanto, mi tren sube Peña Parda/salta la Charcona, cruza Blascomoro./La luna, con la curva juguetea:/ se va a Cernuño, vuelve de Aldihuela./Mi vida con la vía dobla Lagartera,/pero mi alma, raíles atrás/-ya en Valdelavía/ con vosotros, mis muertos, se queda./Con vosotros y vuestras estrellas.
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