domingo, 13 de marzo de 2016

EL HEREJE RURAL.

Hoy mamá, mis líneas -como siempre- para ti, y para un paisano vallisoletano al que venero con devoción. Comulgo en muchos aspectos con Don Miguel Delibes Setién. Especialmente, con el profundo dolor por la muerte de su querida esposa, Doña Ángeles de Castro, a los 50 años de edad el 22/11/1974. Ella, espera junto a los restos de su esposo, en el Panteón de Hombres Ilustres de Valladolid, el despertar último. Con ellos, nuestro José Zorrilla.

Inserto la foto del matrimonio, ya que desprende amor en todos los matices -blancos y negros-. Ella, como tú, mamá, confiada en el columpio de la vida matrimonial, tensado por fuertes y amorosas manos del esposo.

Ella, cual tú, os apeasteis antes de lo esperado, sin aviso, de la tabla familiar. Nos dejasteis meciendo soledades, balanceando las responsabilidades paternas y las de yayos seniles. Es duro, muy cruel, mover el balancín sin vosotras en la silla. A veces, se nos antoja un bambolear recuerdos idos hacia la nada. La esposa perdida, es un tesoro amado, nunca tasado en vida y justipreciado, más cada día, tras su ausencia.

Defiendo a Don Miguel, tachado de hereje contra el progreso, en su amor al mundo rural. Como él, he sido amante de la escopeta de caza, con ella, puesto el seguro, he tenido la ocasión de conocer, charlar y convivir con hombres -hechos y derechos- del Campo Castellano.

Nuestra forma de ser, nuestra conducta, nuestra filosofía campesina, tiene sus profundas raíces comunes, bajo el pasto de la pradería ganadera. 

Enraizada bajo el matojo de la encina. Escondida entre las varetas del olivo. Raíces, secularmente holladas por albarcas de Tierra de Campos o calzaeras serranas abulenses. El abandono a su suerte del Campo.

Ese mirar, todo el día al cielo, ha creado una forma propia de entender la vida, una doctrina basada en el trabajo "de sol a sol". Entregada a la formación de niños y niñas, útiles en el hogar y el quehacer. Presta a la solidaridad, a la ayuda, al hermanamiento.

Hoy, en base a la Técnica y el Consumo, en enormes torres de viviendas , se crean colmenas de residentes; desconocidos los unos para los otros, donde la ayuda, la solidaridad y el hermanamiento, brillan por su ausencia. Sólo la Junta Anual de Comunidad, logra reunir un 50% de abejas colmeneras, a veces para rebatir un presupuesto anual con 25% de aceptaciones, contra otro porcentaje igual de detractores.

Afortunadamente, en el estío, la colmena abejera se vacía, abejas y zánganos vuelan, llenos de ilusión, hacia su patria chica, hacia sus raíces.

 El empleado de Banca, el Administrativo, el Fiscalista y el Abogado, se despojan de su uniforme urbanista, calzan sus playeras y se plantan en su localidad de nacimiento, a chatear con sus paisanos, a pescar truchas en sus ríos, a volver a sus queridas, comunes y profundas raíces camperas. A practicar ayuda y hermanamiento.

 Todos imitarán a Don Miguel, en sus veranos disfrutados en Sedano (Burgos).

¡Mi aldea! Cuanto el alma se recrea de volverte a contemplar.

Don Miguel, y su "El Norte de Castilla" me ayudaron mucho de pequeño. Tras mis tareas colegiales, leía a mi padre, en su taller, sus escritos y la Prensa. Uno se hace parejo -sin querer- en algunas cosas, desde pequeño.

Parejos en ausencia de esposa, en amor hacia la -herejía de lo rural- y en escopeta. En otras muchas cosas, imposible parecerme a tan castellano, premiado y recordado escritor.

BUENAS NOCHES, MAMÁ.

https://www.youtube.com/watch?v=Wcaw_FG3Wrs


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