martes, 17 de noviembre de 2015

BALEAN MUY ALTO

Hola Mama. Tan aficionada a los toros, no estuviste en este festejo.

En la Plaza Mayor de Madrid se celebraba un festival de lanceamiento de toros.  El turno es del Conde de Villamediana. 
Locamente perdido por la belleza de su reina.
 Presiden el festejo Sus Majestades Felipe IV y la reina consorte Isabel de Borbón, aquella a la que Quevedo dedicaba esta frase:
"Entre el clavel blanco y la rosa Su Majestad escoja".

La Real Pareja cojeaba en amoríos e Isabel, muy hermosa, de una pierna.

Volvamos al Ruedo. El de Villamediana, clava certeramente su lanza sobre el astado. La Reina comenta con Felipe IV.

El Conde, lancea muy bien.
Responde, con malicia, Su Majestad.
Yo creo que pica muy alto.

La contestación del rey, es digna de aplicación al grito de guerra de los yihadistas en París. "Alá, es grande". Su cobarde acción, contra inocentes e indefensos ciudadanos, ajenos a guerras y califatos, gentes que celebraban un acontecimiento, un aniversario, es indigna de proclamarla en nombre de su Dios.

A buen seguro, Mamá, que en vuestra Estrella contáis con numerosos seguidores del autentico Islamismo. Gentes cumplidoras de los Preceptos del Corán revelación a Mahoma del arcángel Gabriel.

Tras las primeras horas, siguientes al magnicidio. Las víctimas, eran números aritméticos: 130 muertos, 300 heridos graves. El dolor de cada uno de nosotros era: sentido, no soportado, hasta con deseos de venganza.

Poco, a poco, esas cifras numéricas se han trocado en caras, en imágenes particulares de cada víctima, en relatos de: heroísmo, de temor, de soledad e indefensión ante unos bárbaros poseedores de un cerebro activado por otros. Autómatas, dirigidos por mentes sedientas de horrores y sembradoras de miedos.

Por dar rostro a las víctimas insertamos la del joven ingeniero español de 29 años Juan Alberto González Garrido.
Ha dejado de ser un número para trocarse en un rostro sonriente, amable, de los que incitan al acercamiento y confianza.
Al  grabar su figura en nuestra mente, el dolor, el sentimiento por su partida, lo tomamos como algo propio, algo nuestro, algo que -sin pertenecernos- consideramos cual pérdida propia. Igualmente, su acción de proteger con su cuerpo a su Señora, quisiéramos apropiarnoslo y enorgullecernos por ello. Las caras, las imágenes, superan a los guarismos y acrecentan nuestro sentimiento de solidaridad.

Las ráfagas yihadistas apuntaron muy alto, enfilaron a su Dios y a toda la Humanidad. Se llevaron a Juan Alberto pero,despertaron nuestros más íntimos sentimientos de respeto a él y de revancha hacia ellos.

Los repetidos actos terroristas, nos ponen en guardía a todos. El problema tiene difícil solucion. Nuestros Gobiernos pueden proteger muchas situaciones pero, no todas. Un ejemplo:
Los trenes AVE exigen un mantenimiento de limpieza. Lógicamente, se firma una Contrata. El contratante la cumple adecuando la contratación de su personal con salarios ajustados al monto total estipulado. ¿Quien asegura que la limpiadora no es una loba solitaria?.

Traslademos el ejemplo a funciones de limpieza en centros de enseñanza, en hospitales, en estaciones de autobuses y Metro.

La Policía, no puede dedicarse a cuidar la vigilancia de cada persona, por ello, es factible la repetición de hechos luctuosos. La Seguridad pende de miles de hilos pequeños. No cabe otra salida. Averiguar el motivo por el que, alguno de nuestros jóvenes salen de la nación que les acogió para luchar con el Califato,entrenarse y volver con el veneno inoculado en sus mentes para atentar. Algo estamos haciendo mal, pese a las  ayudas y preeminencias a los desfavorecidos. Fallamos en educación, formación y en total reintegración, cuando una pequeña parte de jóvenes, se envenenan en redes sociales malignas y destructoras.

Ya tenemos rostros, hasta ello, las familias afectadas han sufrido lo indecible: No nos llama / Su móvil no contesta / No ha regresado. Horas de espera. Llamadas a los amigos, Recorrer la noche parisina. Incertidumbre, pensar en lo peor... hasta que su rostro, su faz, apareció. Por suerte para unos en carne y hueso, para otros, por desgracia, en un !Adiós! mudo.

Mamá, que horror. Tendría - en tu marcha- que sentirme afortunado en desgracias. Al menos, nos dimos un amoroso !Adiós!.
 

MAMÁ, UN BESO EN LO MAS ALTO, EN TU BENDITA FRENTE. 
Y OTRO, MUY SENTIDO, A LOS RECIÉN LLEGADOS A TU ESTRELLA.

BUENAS NOCHES A TODOS.







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