sábado, 7 de noviembre de 2015

EL CUBO DE LA MULA.

Siempre en mi mente Mamá. Recordaba hoy nuestro último paseo por las calles de El Barco de Ávila, nuestro tentempié en los bajos de la Casa del Reloj y nuestra sentada en la ribera del Tormes cabe el Puente Románico, que lleva a la Ermita del Santo Cristo de El Caño. Días pasados que no han de volver. 

Partiendo el Lienzo Norte y el Este del recinto amurallado de Ávila, hace vértice el Torreón o Cubo de la Mula. En su parte alta, bajo las almenas un friso cerámico que acogota por la cabeza la testuz de un verraco celtibérico que apunta a la Basílica de San Vicente. ¿Verraco o Mula?. No importa, lo primordial es la leyenda que este Cubo mantiene viva, sobre el enterramiento de San Pedro de El Barco.

Nace el Santo en el año 1080, otros aseguran que en 1088. Unos lo consideran nacido en la localidad de Tormellas, según su primer biógrafo
y compañero San Pascual. Otros ponen la mano en el fuego, asegurando que su casa natal está en El Barco de Ávila.

Vio la luz en el seno de una familia humilde, repobladora de esta zona. Al morir sus ascendientes, toma el hábito benedictino y vive como un ermitaño en una cueva. Ermitaño de los de ORA et LABORA: rotura sotobosque, gana terrenos al río Tormes, maneja un vetusto arado, tirado por dos corzas. Un San Antonio anticipado, hermanado con los animales y aves del bosque, oyentes atentos de sus pláticas espirituales. 

En aquellos tiempos de repoblación y creación de localidades en Tierra de Nadie  Raimundo de Borgoña y su esposa Urraca, hacían venir desde Francia a clérigos experimentados en  crear nuevos núcleos de población e implantar cultivos, especies arbóreas y cabañas de animales. Uno de ellos fue Pedro de Agen, mitrado de Segovia. Este obispo, enterado de las prédicas del Santo y sus labores agrícolas, le llamó, le hizo Canónigo y posteriormente, le  encomendó la fundación de la Casa-Granja de Párraces. (Segovia).

Al cumplir 61 años y tras convertir en un vergel la Casa-Granja, el Santo decidió volver a su cueva en las orillas del Tormes. Sus labores de predicación cubrieron El Barco de Ávila y las localidades aledañas: Piedrahita, La Horcajada, Tormellas y un poco más lejos Ávila.

Entrado en años, tuvo un sueño. Un ángel le anunció que tres días antes de su muerte, el agua se trasformaría en vino. Aquella tarde faenó sus judías sin descanso. - ¿Será nuestro Santo el creador de la afamada judía blanca de El Barco.? Suave, mantecosa, apetecible. ¿Es Párraces el origen del Judión de La Granja.?  Qué todo Comercial de esta Denominación de Origen, se postre agradecido ante San Pedro de El Barco.-

 Llamó al zagal que le ayudaba en el riego de los bancales, pidiéndole le llenara -en el Caño- una jarra de agua. Alzó la jarra, sorbió, y... el agua se había metamorfoseado en vino. 

Fallecido el Santo en 1155. Se celebró el funeral. Multitudinario, la muchedumbre se apiñaba a la salida del sepelio. Vociferantes, unos. Reclamantes otros. El afecto al Santo se trocó en discusiones. Los asistentes reclamaban para su cementerio el cadáver de San Pedro. Tras imponerse la calma y el debido respeto, los representantes de cada localidad acordaron depositar el féretro sobre una mula, vendarle los ojos, espantarla y que el animal iniciase el camino hacia el final destino de los restos.

La mula caminaba, tras ella una enorme muchedumbre. Al paso de cada localidad, sus vecinos anhelaban parase allí. Las campanas repicaban solas, sin campanero, en cada población. La comitiva crecía y crecía. Tres días caminó el pobre animal sin pararse, sin alimentarse, sin saciar su sed. Finalmente enfiló la Ronda Vieja de la Muralla abulense, penetró en la Basílica de San Vicente, se dirigió al ala Sur del Crucero. Dio una fuerte patada en una losa de granito, dejando su huella allí grabada y... muerta se derrumbó con su sagrada carga.


Había elegido un lugar de descanso ideal para su Santo. Una losa centrada entre el cenotafio de San Vicente y el sepulcro del Judío Arrepentido que levantó el primer templo a Vicente, Sabina y Cristeta. Hoy, se muestra en el suelo del crucero la huella del paciente animal.

Dice la leyenda que los restos de la Mula fueron enterrados al pie del Cubo que lleva su nombre.

Los hechos reales se viven, con el tiempo, se acrecen, se adornan. La realidad es matemática, sobre ella, el Pueblo crea un Suma y Sigue que arrastra a páginas sumatorias posteriores, creando así la hermosa LEYENDA.

MAMÁ, ERES MI LEYENDA. REALIDAD IDA Y SUMA DE RECUERDOS HERMOSOS. BUENAS NOCHES, MI VIDA.





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