jueves, 5 de noviembre de 2015

EL CUBO DE LA MANCEBÍA.

Ya he cenado mamá, hasta he recogido: platos, cubertería, vasos... y !hala! al lavavajillas para mañana. Vosotras, creo, no cenáis, salvo que os apetezca un "Maná estrellado".
Perdóname, ayer no contacté contigo, estuve buscando en Google una foto del Cubo de la Mancebía. No lo conseguí. Ya son varios los sucesos que se me ocultan: El sepulcro de San Vicente estaba vacío, lo denominaban Cenotafio, pero sus restos y los de sus hermanas Sabina y Cristeta, fueron trasladados al monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza  (hoy en ruinas), ante la invasión mahometana. Desde allí a la Catedral de Burgos. Hace unos años regresaron a su Basílica en Ávila. Una celebración histórica, anodina, casi en sombras.

En el monasterio de Santo Tomás, obra el sepulcro del hijo de los Reyes Católicos -Príncipe Don Juan- el mejor sepulcro renacentista de Castilla, obra de Domenico Fancelli. Vacío también, cosas de la Invasión Napoleónica. Conste que se llevaron las rejas de plata que lo circundaban. ¿Reclamamos?.

No ha muchos años, se ocultaba la ascendencia judía de Santa Teresa.

Será por -recoleto- respeto no encontrar imágenes del Cubo de la Mancebía.

El muy respetado Cubo en la muralla, apunta esquina entre el Lienzo Norte y el Lienzo Sur. Desde su base ascienden los peldaños que llevan a la Puerta de la Mala Ventura. Puerta que daba cara al barrio judío de Ávila.

La Mancebía (burdeles, prostíbulos) era un negocio muy floreciente en tiempos remotos. Conseguir licencia para un burdel, sólo estaba reservado para personajes influyentes. Hasta su Católica Majestad los 
solía conceder a notables guerreros en premio de sus conquistas.
El propio Clero, admitía de buen grado, su existencia. Menos males causaba una casa de mujeres cortesanas que, una violación callejera. Algún rey o noble, discretamente vestido los frecuentaba.

Vayamos a escena en tiempos del Concejo de la Mesta de Pastores. El Rey Alfonso X concedió enormes privilegios a los ganaderos de ovino: libres de servir -en la milicia- al reino, Cañadas Reales de paso, Cuerdas y Cordeles hacia esas
Cañadas, libre autorización de pastoreo. A la par, con la creación de estas Cañadas, se evitaban litigios entre agricultores y ganaderos. Es más, la Tierra de Nadie  -unos 100 kilómetros,de separación entre contendientes- no se labraba, evitando la quema del cereal en incursiones moras o cristianas. Sólo era apta para el pastoreo. El ganado podía huir y refugiarse en la Sierra. El cereal no.
El ganado, pastaba en Tierra de Nadie durante el Otoño e Invierno. Al venir los calores del estío, la trashumancia saltaba Gredos, por El Puerto del Pico, camino de los pastizales norteños.

Las ovejas merinas, de lana muy apreciada en Europa, tenían su gran Mercado en Medina del Campo. Desde allí a Cantabria y en naves, camino de mercados extranjeros. Las ovejas churras famosas por su carne a saladeros y secaderos. Curioso mercado en Ávila: los viernes cerraban los moros, los sábados los judíos, los domingos los cristianos. Carne "churra" todos los días.


Ávila era una encrucijada en la que confluían  las Cañadas Reales: Leonesa Oriental y Occidental, la Soriana Occidental, la Real Segoviana. Para más cruce de caminos era obligado paso a la Real Orden de Carretería: Caravanas de madera hacia Andalucía. De regreso cargamentos de sal hacia La Mancha y Castilla.

Días y días de camino bajo el sol, malcomidos, sedientos, anhelantes de una mesa, un buen jarro de vino y una garrida moza. La Mancebía era el paraíso soñado para pastores y carreteros. Un enorme negocio para el dueño del prostíbulo.


Mamá, me he quedado con ganas de tomar mi cámara fotográfica, bajarme al Puente Adaja y sobre la rotonda de las Cañadas inmortalizar el Cubo de la Mancebía. Llovía, otro día será.


HASTA MAÑANA, MI GARRIDA MOZA.

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