Mamá, fue un día precioso. Subimos el Puerto de Menga, descendimos el Puerto del Pico y entre las Cinco Villas, fue Mombeltrán quien ofreció alfombra a la Madrina más querida de nuestra casa.
Ahí, diste tu brazo protector, al único hijo que te quedaba, para acompañarle en un día, para él, señalado. Señalado para él y para este blogista enamorado de nuestra nueva Madrina.
Tu saber estar, tu elegancia, tu pétrea fuerza, hacían par con la sombra almenada de la fortaleza de Don Beltrán de la Cueva.
Desgraciadamente, hoy, sólo tu precioso traje plateado duerme conmigo en el armario de nuestra alcoba. Recuerdos, sólo recuerdos, que más tarde se irán con nuestras mentes. Hoy, son recuerdos muy vivos, casi realidad palpable, pero a fin de cuentas: soñada, anhelada, virtualmente resucitada en mi mente y llorada por la ausencia de nuestra protagonista. Nuestra amada Madrina.
La costumbre te llevó a la casa de la Novia. La carretera Nacional 110 no era una vía de tránsito. Toda la localidad invadía el asfalto del secular camino preeminente para: la Mesta, La Carretería y el antiguo caminar desde Levante a Santiago. A duras penas, te abriste paso entre el gentío destellando luces plateadas y del brazo de tu hijo hacia el antiguo Hospital de Peregrinos. Allí, cumplida tu larga misión de Madre, entregarías al fruto de tus entrañas, hacia su nueva vida. Dejarías a tu hijo en brazos de otra joven mujer, pero las Madres, lo siguen siendo siempre, hasta después del último Adiós.
Esa pequeña princesita, en el lateral de la imagen, portadora de la canastilla de pétalos, es hoy es una jovencita encantadora. Si que se desprendió de los rojos pétalos entonces. Hoy es una entrañable amiga, compañera de juegos y apunta a maternal cuidadora de nuestros nietos.
Nuestros invitados: vallisoletanos, segovianos, algunos conocedores de las Cinco Villas, otros no, me ocuparon en una pormenorizada preparación para el programa de llegada a la Boda. Horarios de trenes y autobuses. Planos de Ávila con zonas de estacionamiento libre, señalización del lugar de agrupamiento. Gracias a Dios, todos subieron a bordo. Abrazos de Valladolid a Segovia... y !como no!, espontánea, vibrante, surgió de sus gargantas la jota castellana, hasta "La Respingona" himno de El Espinar, lleno los farallones de "El Pico" y su Calzada Romana.
Algunos de ellos, años ha, patearon estos caminos en labores de Trashumancia.
En el viejo Hospital de Peregrinos, en su patio central, atestado de personal y hasta en las ventanas de su primera planta, seguimos todos, emocionados la ceremonia. Nuestros recuerdos, los de la Madrina y los míos volaron, sin querer hacia el hijo que perdimos en accidente de carretera. Lo que, ni por asomo, pasó por nuestras mentes fue el estigma del futuro. A los pocos años, de nuestra amada Madrina, de su pétreo valor, de su acendrado corazón y cariño sólo nos quedaría su sagrada Memoria y su plateado traje ceremonial.
A pesar de ello, me atrevo a brindar contigo Madrina por nuestros 48 años de convivencia matrimonial. Levanto mi dolorosa copa por toda tu vida de madre entregada, de esposa fiel, de ejemplo admirable en todo tu vivir, tu callar, tu sentir y en tu Adiós.
Nuestros invitados: vallisoletanos, segovianos, algunos conocedores de las Cinco Villas, otros no, me ocuparon en una pormenorizada preparación para el programa de llegada a la Boda. Horarios de trenes y autobuses. Planos de Ávila con zonas de estacionamiento libre, señalización del lugar de agrupamiento. Gracias a Dios, todos subieron a bordo. Abrazos de Valladolid a Segovia... y !como no!, espontánea, vibrante, surgió de sus gargantas la jota castellana, hasta "La Respingona" himno de El Espinar, lleno los farallones de "El Pico" y su Calzada Romana.
Algunos de ellos, años ha, patearon estos caminos en labores de Trashumancia.
En el viejo Hospital de Peregrinos, en su patio central, atestado de personal y hasta en las ventanas de su primera planta, seguimos todos, emocionados la ceremonia. Nuestros recuerdos, los de la Madrina y los míos volaron, sin querer hacia el hijo que perdimos en accidente de carretera. Lo que, ni por asomo, pasó por nuestras mentes fue el estigma del futuro. A los pocos años, de nuestra amada Madrina, de su pétreo valor, de su acendrado corazón y cariño sólo nos quedaría su sagrada Memoria y su plateado traje ceremonial.
A pesar de ello, me atrevo a brindar contigo Madrina por nuestros 48 años de convivencia matrimonial. Levanto mi dolorosa copa por toda tu vida de madre entregada, de esposa fiel, de ejemplo admirable en todo tu vivir, tu callar, tu sentir y en tu Adiós.
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