Querida esposa. Ha sido un día de intensos recuerdos. Cosa que tomo: bayetas, cazos, cepillos, mopas, vajillas... las considero tuyas y cada una de ellas -en su humilde destino- me llevan imperiosamente a tu recuerdo.
Mi memoria, biblioteca de hechos y vivencias, ya tiene completas sus baldas. No cabe un recuerdo más. Por ello, hoy he vuelto al estante de mis nueve años, a mi infancia y al Colegio "El Salvador". Acompañado de mi padre solicitamos en 1.943 mi ingreso, para el curso primero del Bachillerato. Nos atendió Don Agustín Enciso ( todavía recuerdo su nombre). Huelga describir su atención hacia nosotros y su franca amabilidad. Don Agustín era, además de amable, cariñoso con el alumnado. Sus clases sobre Historia de España eran esperadas, ansiadas por los colegiales.
La descripción del hecho histórico, no era una narración, para nosotros era una sesión cinematográfica, como las que contemplamos en el "Cine Goya" cada domingo. Sólo nos faltaba la bolsa con pipas de girasol. Su verbo, nos echaba encima al Cid Campeador -sobre Babieca- Tizona en mano, blandiendo a derecha e izquierda -tan vivamente relatado- que te inclinabas a diestra o siniestra para evitar el filo de su espada. Don Agustín es el culpable de mi tremenda afición a la Historia.
Casualmente, mama, esta misma mañana, en la página Web, observo una llamada a vídeo con el himno de mi querido Colegio. A mis ochenta años voy perdiendo la memoria de viejos recuerdos. No me acordaba de que teníamos un himno. Abro el vídeo y según, coro y asistentes, lo cantan mis labios musitan una tras otra cada estrofa. Milagro, me sabía el himno al pie de la letra tantas veces entonada por mi, años atrás. Un recuerdo apagado que, hoy ha renacido de nuevo.
Con él, ese cedro enorme, plantado en 1880, frente al Instituto Zorrilla, bajo cuya sombra regateamos una pelota de trapo, dedicados al fútbol y atrasados en la hora de volver a casa. Pelotas de trapo que pateamos en el enorme patio ornado de verticales pilares que sostenían los sarmientos de parras.
Pilares solidarios para nosotros por servirnos de postes para la portería de este "Casillas" adelantado a tiempos deportivos posteriores.
Por entonces vimos elevarse, planta a planta, la estructura de pilares que, mas tarde, acabaría denominándose "Hospital Río Hortega"
Frío, muy frío invierno, de aquel Valladolid de entonces. Nieblas, heladas, nieves y un largo camino, desde mi barrio de San Andrés hasta San Pablo.
Abrigo, jersey de lana, botas con tachuelas, bufanda, guantes y cartera con las tareas y el bocadillo. Al llegar a la entrada de la Diputación y contemplar el lujoso y negro automóvil "Plymouth" del Presidente, ya los sabañones se hicieron presentes en mis piernecitas. La entrada al "Cole" era a las 8,30 de la mañana.
Antes de llegar al Colegio, muchos días coincidíamos con el izado de la bandera en Capitanía general. Al Toque de Bandera, interrumpíamos nuestro paso y firmes, de cara al mástil, esperábamos hasta el final del izado de la Enseña.
Tras ello, entrabamos en el zaguán del colegio, formábamos en filas y día tras días -en la capilla- oíamos la Santa Misa. recuerdo a nuestro Prefecto:
Don Vicente piadoso como un santo en su reclinatorio y fuera de él, en patios y aulas, exigente y disciplinado cual valiente y leal Legionario.
Tuve la suerte de formar parte del Coro colegial. Recuerdo a mi buen compañero Lorenzo Valverde, mas tarde cantante excepcional. Dotado de una voz preciosa y, además, magnifico dibujante. Competíamos en el aula de Dibujo, me superaba. Todavía veo la cabeza de un tigre en carboncillo que, casi me muerde, bueno me mordió el primer puesto, en sana y reconocida competencia.
Terminado el horario colegial, tras el partidillo bajo el cedro, siempre me detenía en la ventana del Palacio de Pimentel. Ventana de la que pende una gruesa cadena.
Cuentan que este palacio fue residencia de Carlos I en sus estancias en Valladolid. En él nació Felipe II, su hijo fruto de su matrimonio con Isabel de Portugal. La puerta principal del Palacio pertenecía a la jurisdicción parroquial de la iglesia de San Martín. Las ventanas que daban luces a la Plaza eran jurisdicción de la preciosa iglesia, con magnífica fachada, de San Pablo. La elección de pila bautismal para el futuro Rey no ofrecía dudas.
Se cortaron los barrotes de una ventana con luces a la Plaza, tras prepararse una sólida escalera de madera, festoneada de verdes plantas y flores, la comitiva salió del palacio hacia la monumental iglesia de San Pablo.
El zaguán del palacio, hoy Diputación Provincial, fue decorado con escenas históricas de la ciudad del Pisuerga. La azulejería fue encargada a Talavera de la Reina, entre esas escenas la del bautizo de Felipe II en el presbiterio de San Pablo.
Tras remirar la cadena adosada a la reja, este colegial, futuro amante de la Historia, a carrera tendida, deja atrás, San Martín, La Antigua, la Universidad, la Cruz Verde y sube jadeante la escalera hacia su casa.
NIN, VIENES TARDE. ¿DONDE HAS ESTADO?
MAMÁ, ME HE RETRASADO, DON AGUSTÍN ENCISO ME HA ENTRETENIDO.
https://www.youtube.com/watch?v=od_12zVQ-9A
QUERIDA ESPOSA. ES UN RECUERDO JUVENIL. LOS TUYOS SON MILES Y TAN QUERIDOS.
DESDE MI DESPACHO, UN BESO PARA TI.
Mi memoria, biblioteca de hechos y vivencias, ya tiene completas sus baldas. No cabe un recuerdo más. Por ello, hoy he vuelto al estante de mis nueve años, a mi infancia y al Colegio "El Salvador". Acompañado de mi padre solicitamos en 1.943 mi ingreso, para el curso primero del Bachillerato. Nos atendió Don Agustín Enciso ( todavía recuerdo su nombre). Huelga describir su atención hacia nosotros y su franca amabilidad. Don Agustín era, además de amable, cariñoso con el alumnado. Sus clases sobre Historia de España eran esperadas, ansiadas por los colegiales.
La descripción del hecho histórico, no era una narración, para nosotros era una sesión cinematográfica, como las que contemplamos en el "Cine Goya" cada domingo. Sólo nos faltaba la bolsa con pipas de girasol. Su verbo, nos echaba encima al Cid Campeador -sobre Babieca- Tizona en mano, blandiendo a derecha e izquierda -tan vivamente relatado- que te inclinabas a diestra o siniestra para evitar el filo de su espada. Don Agustín es el culpable de mi tremenda afición a la Historia.
Casualmente, mama, esta misma mañana, en la página Web, observo una llamada a vídeo con el himno de mi querido Colegio. A mis ochenta años voy perdiendo la memoria de viejos recuerdos. No me acordaba de que teníamos un himno. Abro el vídeo y según, coro y asistentes, lo cantan mis labios musitan una tras otra cada estrofa. Milagro, me sabía el himno al pie de la letra tantas veces entonada por mi, años atrás. Un recuerdo apagado que, hoy ha renacido de nuevo.
Con él, ese cedro enorme, plantado en 1880, frente al Instituto Zorrilla, bajo cuya sombra regateamos una pelota de trapo, dedicados al fútbol y atrasados en la hora de volver a casa. Pelotas de trapo que pateamos en el enorme patio ornado de verticales pilares que sostenían los sarmientos de parras.
Pilares solidarios para nosotros por servirnos de postes para la portería de este "Casillas" adelantado a tiempos deportivos posteriores.
Por entonces vimos elevarse, planta a planta, la estructura de pilares que, mas tarde, acabaría denominándose "Hospital Río Hortega"
Frío, muy frío invierno, de aquel Valladolid de entonces. Nieblas, heladas, nieves y un largo camino, desde mi barrio de San Andrés hasta San Pablo.
Abrigo, jersey de lana, botas con tachuelas, bufanda, guantes y cartera con las tareas y el bocadillo. Al llegar a la entrada de la Diputación y contemplar el lujoso y negro automóvil "Plymouth" del Presidente, ya los sabañones se hicieron presentes en mis piernecitas. La entrada al "Cole" era a las 8,30 de la mañana.
Antes de llegar al Colegio, muchos días coincidíamos con el izado de la bandera en Capitanía general. Al Toque de Bandera, interrumpíamos nuestro paso y firmes, de cara al mástil, esperábamos hasta el final del izado de la Enseña.
Tras ello, entrabamos en el zaguán del colegio, formábamos en filas y día tras días -en la capilla- oíamos la Santa Misa. recuerdo a nuestro Prefecto:
Don Vicente piadoso como un santo en su reclinatorio y fuera de él, en patios y aulas, exigente y disciplinado cual valiente y leal Legionario.
Tuve la suerte de formar parte del Coro colegial. Recuerdo a mi buen compañero Lorenzo Valverde, mas tarde cantante excepcional. Dotado de una voz preciosa y, además, magnifico dibujante. Competíamos en el aula de Dibujo, me superaba. Todavía veo la cabeza de un tigre en carboncillo que, casi me muerde, bueno me mordió el primer puesto, en sana y reconocida competencia.
Terminado el horario colegial, tras el partidillo bajo el cedro, siempre me detenía en la ventana del Palacio de Pimentel. Ventana de la que pende una gruesa cadena.
Cuentan que este palacio fue residencia de Carlos I en sus estancias en Valladolid. En él nació Felipe II, su hijo fruto de su matrimonio con Isabel de Portugal. La puerta principal del Palacio pertenecía a la jurisdicción parroquial de la iglesia de San Martín. Las ventanas que daban luces a la Plaza eran jurisdicción de la preciosa iglesia, con magnífica fachada, de San Pablo. La elección de pila bautismal para el futuro Rey no ofrecía dudas.
Se cortaron los barrotes de una ventana con luces a la Plaza, tras prepararse una sólida escalera de madera, festoneada de verdes plantas y flores, la comitiva salió del palacio hacia la monumental iglesia de San Pablo.
El zaguán del palacio, hoy Diputación Provincial, fue decorado con escenas históricas de la ciudad del Pisuerga. La azulejería fue encargada a Talavera de la Reina, entre esas escenas la del bautizo de Felipe II en el presbiterio de San Pablo.
Tras remirar la cadena adosada a la reja, este colegial, futuro amante de la Historia, a carrera tendida, deja atrás, San Martín, La Antigua, la Universidad, la Cruz Verde y sube jadeante la escalera hacia su casa.
NIN, VIENES TARDE. ¿DONDE HAS ESTADO?
MAMÁ, ME HE RETRASADO, DON AGUSTÍN ENCISO ME HA ENTRETENIDO.
https://www.youtube.com/watch?v=od_12zVQ-9A
QUERIDA ESPOSA. ES UN RECUERDO JUVENIL. LOS TUYOS SON MILES Y TAN QUERIDOS.
DESDE MI DESPACHO, UN BESO PARA TI.
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