domingo, 11 de octubre de 2015

NO VER TRES EN UN BURRO.

Amadísima Justa. Las horas pasan lentas para el olvido de tu vida que, vale tanto, como tus recuerdos. No son recuerdos en armario con antipolillas. Son tantos y tan vivos, que me faltan armarios en mi memoria para colgarlos uno por uno. 

Esos, los que hemos compartido. Ahora, me cuentan frases tuyas - hacia mí - compartidas con familiares antes de tu intervención quirúrgica. " MIRA PILI, QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA. OJALA TENGA SUERTE PARA PODER SEGUIR CUIDANDO DE MI ESPOSO."  OYE, MARI, MI ESPOSO ME ESTÁ CUIDANDO CON MIMO, NI UNA PROTESTA, TODO AMABLE, SE VUELCA CONMIGO Y SE OCUPA ÉL DE TODO".  Así, una tras otra, frases tuyas que me trasmiten y que grabo con fuego en mi mente.

Uno, estaba convencido de tu amor, pero cegado por vicisitudes circundantes, no veía tres en burro,  No me imaginaba que, pese a tus dolencias, primase sobre el dolor la preocupación por mí.
Tengo la sensación de haberme caído del guindo contigo.

Al finalizar nuestra triste tragedia, comprendo la frase que me dirigió la enfermera Jefa de la Planta tercera. " Lo sentimos mucho, era una gran señora. "

Estas frases recientemente recopiladas, debiera grabarlas y las grabaré hasta mi huida hacia ti, en el Libro Becerro de mis tesoros donde figuran las dedicatorias en tus fotos de noviazgo: " Esta sonrisa, siempre tuya ".
" Con amor y entrañable cariño de tu Justa". Frases que, noche tras noche, ahora me las dedico - en tu nombre - al acostarme en nuestro lecho para dos y, ahora, lamentablemente para uno. 

Pese al alto concepto que siempre he tenido de ti, he sido sorprendido por tus desvelos y preocupaciones por mí. Cuando yo estaba, cada segundo, pendiente de tu enfermedad, tú estabas pendiente de vivir para velar por mí.

Nuestro camino, nuestra compaña feliz finalizó en un  hito oscuro y pétreo, otro sendero que, el cáncer, te obligó a seguir pese a los esfuerzos de ambos por marcar nuestras cuatro huellas en la senda inicial.

Y, ya camino yo sólo, con una enorme mochila de recuerdos en mi espalda, todos buenos. Cuando el ascenso del somonte me cansa, abro la mochila de tus recuerdos, contemplo uno de ellos y.." Caminante, se hace camino al andar."

En aquel camino, nuestro, el primero que, cogidos de la mano, iniciamos
nuestra andadura, plantamos dos robles, uno cada uno. Mamá, ya tienen cuarenta y seis años,en Noviembre cuarenta y siete. Ahora, en Otoño, estarán casi sin hojas y las que se mantengan mostrarán una triste coloración amarillenta.


Aquellos dos  robles, verán pasar en primavera a nuestros hijos y nietos, fruto de nuestro amor. Estoy seguro que nuestros robles harán brotar, a su vera otros nuevos.

Y si algún día, tu roble y el mío se secan y mueren, que su leña, sirva para calentar hogares como el nuestro.

Buenas noches mamá.


No hay comentarios:

Publicar un comentario