viernes, 16 de octubre de 2015

OTRA VEZ EN EL PARO.


Querida esposa mía. Como recordarás, en dos ocasiones figuré en el censo de trabajadores en paro. Aquella nueva situación me afectaba profundamente, me consideraba un ser de tercera categoría. No valía para estar sentado en un sillón, tener que levantar el pie para que tu, mi niña, pasases al piso la fregona.

Mis salidas a la calle eran escasas. Caminaba por las aceras con la vista baja, clavada en el suelo. Cada vez que me cruzaba con un semejante pensaba.
-Este señor, tendrá trabajo. Yo, no- y proseguía mi doliente caminar repitiendo el cruce con personas y mi repetitivo pensamiento. -Yo,no.-

Recuerda mama, que tuve que acudir a la cita médica por mi galopante nerviosismo. Ni el TRANXILIUM que me recetaron me alivió en cada nuevo cruce y repetitivo pensamiento. -Yo,no-. Sólo me recuperó el TRANXILIUM de un nuevo empleo.

Esta forma de caminar, fuera ya del Desempleo, sólo la volví a experimentar cuando en mis ojos comenzaron a desarrollarse las "cataratas". Vista al suelo, figuras borrosas de personas y fotofobia a la luz solar. No veía, claramente, a nadie. !Adiós vecino! me decía Miguel, el del piso primero. Freno, mirada atrás y... -Adiós Miguel-.

Tras tu marcha, mama, he vuelto a reincidir en mi mala costumbre. No la de levantar el pie, para pasar el piso con el fregasuelos. Ahora soy yo el Fray Escoba de la casa. He recaído en caminar con la vista baja, a ras de adoquín. No miro con quien me cruzo, no poso mis ojos en los escaparates, sólo veo bajos de pantalones y hasta me pierdo la imagen de piernas bonitas. Únicamente, conduciendo mi Seat León, levanto mis ojos - no mucho- para otear unos cincuenta metros o el rojo de los semáforos.

Tranxilium, de momento no, pero los buenos amigos me animan a que levante la vista, a contemplar las alturas de los edificios, a identificar la personalidad de quien tiene las piernas bonitas, A mirar las novedades de los escaparates, a ver acercarse a mis vecinos y saludarles -yo primero-. Tienen razón.

Es más, hasta yo mismo me creo obligado en levantar mi vista a lo alto, especialmente en estas horas bajas por tu ausencia. Si algún remedio, si algún Tranxilium me llega, será desde allá arriba, desde tu estrella, desde el Altísimo.


Tras publicar este blog, ya de noche, arrepentido de mi caminar con la vista baja, te prometo que levantaré las persianas del salón, saldré a la terraza, pese a la helada, levantaré mis ojos y miraré alto, muy alto, hacia tu estrella mi amor. Sí, mi Justa, a la estrella que contempla nuestro nieto Darío, la tuya y la de su perrita muerta, Marta.

No más paro, ya estuve en esa situación dos veces. A la tercera, va la vencida. 

BUENAS NOCHES MAMÁ. SÓLO RECLINARÉ MI VISTA SOBRE LA ALMOHADA.

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