lunes, 12 de octubre de 2015

CUANDO LA PENA NOS ALCANZA POR EL HERMANO PERDIDO.


Hoy, mama, Día de la Fiesta Nacional, he roto mi voto de silencio con la pantalla televisiva. Sabía que lo iba a pasar mal, sabía que se me inundarían los ojos de perlas lacrimosas, pero no quería faltar a nuestras citas, juntos, en la ofrenda a quienes dieron su vida por España.

Año tras año, uno junto al otro, veíamos y escuchábamos este himno a los servidores de nuestra nación. Recuerdo tu emoción al escucharlo, tú -como yo- tras el pentagrama de sus notas, contemplábamos la figura de nuestro joven artillero, destinado en Las Lomas Coloradas de Gran Canaria.

Actualmente, no puedo teneros, ni a ti, ni a nuestro querido Álvaro, junto a mi. Por ello, los acordes del himno me han abrasado más que nunca. Ya, antaño, al final de la canción, me levantaba del sofá y me iba a nuestra habitación - pañuelo en mano- para que no me vieses llorar. Hoy, no me fui a la habitación, aguanté -mirando tu fotografía- y mentalmente, deposité una corona  a los pies de vuestra entregada vida de servicio, hacia esa entrañable unidad que es nuestra pequeña nación, la familia.

En toda gran familia siempre existe un garbanzo negro. Hoy, han sido dos.
Dos políticos que desean volver a los Reinos de Taifas, tachando la sin par colonización de la Hispanidad, como un genocidio. Sin par y sin exclusiones, pues la labor desarrollada en América fue de todos: vascos, catalanes, gallegos, extremeños, andaluces, manchegos, cántabros, levantinos... atarazanas de toda nuestra linde costera; maderas de todo bosque nacional, provisiones de cualquier granero y, especialmente, hombres cargados de ilusión por el Nuevo Mundo. 

Toda colonización, tiene sus puntos negros, sucesos deleznables, incluso los afamados almogávares catalanes les tienen y vemos sus batallas con orgullo; pero tachar la epopeya hispana de genocidio es pasarse del camino de Las Indias. El emperador Carlos, quiso cerrar toda expedición hacia el Nuevo Mundo y, reunió en Valladolid a sus mejores e influyentes consejeros. Solamente una razón, le animó a proseguir la labor hispana en aquellos países: EL SEMBRAR LA FE CRISTIANA EN EL CORAZÓN INDÍGENA.

Europa se ve, en estos días, amenazada por la desbordante emigración de: sirios, libios y africanos. Hemos creado altas fronteras de malla, de concertinas y uno, al contemplar nuestros pueblos abandonados, sus casas en ruina, huertos llenos de maleza y labrantíos perdidos, piensa que serían un acogedor hogar, un vergel de hortalizas y una tierra centenera, para ellos y para todos.

Por estas fechas, Brañosera, esa localidad palentina, conmemora la consecución de su Fuero en tiempos del rey Alfonso II, El Casto. Castilla era una colección de Condados. El Conde Munio Núñez Rasura, antecesor de Fernán González (el independizador de Castilla), otorgó su fuero a cinco familias de tramontanos en el término de Brañosera.

La finalidad del conde Munio consistía en repoblar su territorio fronterizo. Creóse, así, el primer ayuntamiento mundial en el año 824. Las condiciones del Fuero exigían que los foráneos tenían la obligación de admitir a otros colonos que viniesen a anexionarse. Todos, tenían que abonar al Conde una parte de lo que recaudasen por ceder los pastos a ganaderos de otros poblados. Los terrenos eran para uso y disfrute de las cinco familias. La propiedad de tierras y pastos era del Conde.

!Por favor!, que ya somos perros viejos en condados e instituciones, que no nos tachen de genocidas a quienes siempre fuimos españoles y, de repente, hace unos años -con la creación de las Autonomías- nos sonaba a raro llamarnos castellanos.

Mama, ha sido un día precioso para la formación del espíritu nacional, pero pleno de recuerdos tristes, por la ausencia de dos personas valientes y entregadas: Tú y nuestro artillero.

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