lunes, 12 de octubre de 2015

CUBILLAS DE DUERO.

Hace unas semanas viajé a la localidad de Castronuño (Valladolid), paseé por la ribera del Duero, muy cerca del Caserío de Cubillas. Dí el paseo con los ojos cuajados de lágrimas y muy bien acompañado por Vicente nuestro mejor amigo que, como yo, enviudó de Fernanda, su esposa, aquella buena mujer que, al servir la cena decía -! Frío se lo come el lobo y bien gordo está !- curándose en salud de posibles protestas de comensales tardíos en sentarse a la mesa.

Recordaba también las salidas nocturnas del Caserío y nuestros vecinos hacia los bares del pueblo. Yo, conducía mi 850 y, por ello, apartaba hacia el rincón del mostrador, la decena de "cubas libres" que nos suministraban. Volvíamos contentos, tan contentos que el abuelo exclamaba ! tenemos amigos en todas partes!.

Miles de recuerdos, antes alegres, ahora añorados, me asaltaron en la ribera del Duero. Desde su orilla veía la vía férrea a Zamora que tantas veces utilice para visitarte. También contemplé la carretera que llega desde la localidad de Pollos, tantas veces rodada en bicicleta por éste tu antiguo novio y  por unos meses, maestro de aquella localidad. Pedaleaba raudo por encontrarme contigo en nuestro nido de fin de semana, nido colgado sobre el despeñadero del río. 

El Caserío era un tesoro de personas: los Narváez, Vicente, Fernanda, Casita, Feliche, ... encantadores todos, solidarios. Allí, la vecindad era un anillo de oro en cualquier circunstancia. Otro tesoro era la abundancia de caza, de bravas vacas, de cientos de puercos venidos desde Guijuelo para comer las bellotas en la "montanera"  del vasto y centenario encinar de Cubillas.
No olvido, no, la pesca. El día primero de Mayo, las carpas desovaban sus sus huevas bajo las espadañas. Incansable: picar el cebo, recoger hilo con el carrete, desprender la pesca, devolverla al Duero, cebar de nuevo. Una y otra vez. Agotador.
                                            
 La noticia escrita más antigua que he leído sobre el caserío de Cubillas de Duero corresponde al año 1.189 en que el rey Alfonso VIII tuvo que reembolsar un préstamo 7.500 áureos a la Orden de los Caballeros Templarios. Para saldarlo, les entregó sus heredades de Cubillas de Duero.

Cabe la cimera del despeñadero, estaba el cementerio del Temple. Poco a poco, la fuerza de la corriente arranca la tierra del precipicio y, cada lustro, amenaza el descaso eterno de los caballeros del manto blanco y la cruz roja.

Al desaparecer la Orden del Temple, creo que la Dehesa pasó a propiedad de la Iglesia y, tras la desamortización, a manos privadas, a las de Don Ramón María Narváez, primer Duque de Valencia. Este ilustre militar derrotó a Ramón Cabrera. Fue Mariscal de Campo, rival de Espartero. Gobernó varios ministerios durante muchos años, cayó, sufrió destierro y volvió a subir. Salvó su vida del atentado sufrido en la Calle del Desengaño en Madrid.

Las nuevas formas de cultivo y riego, basadas en moderna maquinaria, han provocado cierta despoblación en Castronuño, antes bollante de operarios agrícolas. Hasta me ha dolido, mama, la desaparición de la Gasolinera de Gilito, aquella en que, antes de subir al Caserío, llenábamos el depósito del Seat 850 con 100,00 pesetas o sea con 60 céntimos de euro.

!Cómo cambian los tiempos! mama, en dineros, en ubicaciones, en personas: unas envejecidas y otras desaparecidas.

MI CARIÑOSO RECUERDO HACIA TI Y HACIA FERNANDA
UN FUERTE ABRAZO PARA UN HOMBRE, HECHO Y DERECHO: VICENTE MARES FERRÁNDIZ. SI, ESE OTRO CUBILLANO SOLITARIO QUE HABITA HOY EN LA CALLE MESONES Nº 55. 

Una noche más, sin ti, Justa. Cuida y vela nuestros sueños y recuerdos.
Gracias a todos, por nuestros fines de semana en el querido Caserío de Cubillas de Duero. Victoriano.

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